Donald Trump en USA está representando un verdadero síndrome del directivo o empresario que ejerce el liderazgo desde su autenticidad pero sin ser auténtico. La tesis de liderazgo auténtico, tan en boga actualmente, no debe confundirse con el gracejo del líder populista que dice lo que otros no se atreven a decir. Rescatamos algunos artículos de Javier Cantera, Presidente de Grupo BLC, publicados en Focus sobre los diferentes tipos de liderazgo, ejemplarizados en grandes personalidades. En este caso, Donald Trump.
Ser auténtico significa ser fiel a sí mismo pero respetando opiniones y visiones externas, pero nuestro querido Donald Trump dice lo que piensa y a los que no piensen igual, que les zurzan. Es importante detectar esta conducta directiva de decir verdades como puños, pero que solo son sus verdades y no nuestras verdades.
Suele aparecer en directivos con alta experiencia y éxito vital, que arrogados de su prestigio histórico imparten doctrina desde lo obvio y malgastan el concepto de sentido común.
La expresión inventada ‘autenticida’ expresa estas conductas que por ser populares son queridas independientemente de las bondades de sus atributos. Hemos tenido ejemplos en nuestra querida España, los fallecidos: Jesús Gil y Ruiz Mateos eran un claro exponente del locuaz ‘autenticida’ que, aparentando expresar lo que quiere el pueblo o los empleados, vierten sus prejuicios.
¿Pero cómo diferenciamos al líder auténtico del líder autenticida? Vamos a analizar los principales atributos de un líder auténtico (Mandela, Obama, Papa Francisco) y de estos otros líderes autenticidas que tanto pululan en el empresariado y entre los políticos profesionales.
Como expresaron los autores del concepto de liderazgo auténtico, Avolio y Gardner en 2005, hay cuatro grandes características de un buen líder auténtico que vamos a analizar:
1. CONCIENCIA DE SÍ MISMO (Self awareness)
El líder auténtico tiene un conocimiento sobre sus fortalezas y debilidades. Es realista a la hora de conocer y reconocer lo que los demás opinan sobre él y sabe cómo y por qué influye en los demás. Esta característica de “conócete a ti mismo”, que otros autores como el propio Daniel Goleman exponen, no supone sólo lo que uno opina de sí mismo sino más bien lo que conoce de lo que otros opinan de él. Tener espejos en torno a tu día a día es fundamental para que tu conciencia de ti sea lo más ajustada posible y para ello es necesario disponer de un equipo de personas que te permita tener un feedback adecuado a tu conducta. Ya lo decía Goebbles: Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. Los líderes ‘autenticidas’ se creen su historia porque la repiten mil veces, excede de sus límites de la realidad y su éxito justifica su distorsión perceptiva. No se es más auténtico por decir obviedades, hablar más seguro y creerse lo que se dice. La autenticidad se basa en tener conciencia de lo que uno piensa, hace, dice, de sus efectos y consecuencias y, ante todo, estar todo el día analizando su cambio personal. Tener conciencia de sí mismo es requisito básico para ser un buen líder y los que tienen el Síndrome Donald Trump no tienen la suficiente humildad para reconocer sus carencias, les falta reconocer sus errores y tener la honradez de aceptar sus limitaciones. Además, el líder auténtico trabaja constantemente su cambio personal. Tener las mismas ideas desde siempre es tener el error de no apreciar que el cambio social debe hacerte cambiar, que la adaptación es el elemento diferencial de tu personalidad, porque no por no cambiar uno tiene más seguras sus ideas. Siempre hay que reconocer el cambio personal como un activo aunque surja la sombra de la duda que expresaba el gran director de cine Billy Wilder: “Dicen que no encajo en este mundo».
Francamente, considero estos comentarios como un halago. ¿Quién diablos quiere encajar en estos tiempos?. El signo de los tiempos acelera el cambio social y, por tanto, los líderes que quieren dirigir, influir y gobernar deben adaptar sus principios con autenticidad para ser un valor como líder. No olvidemos que conocerse implica una alta dosis de autocrítica para crear tu propia autoeficacia.
2. TRANSPARENCIA EN LAS RELACIONES (Relational Transparency)
Ser transparente no significa no ocultar nada sino más bien la apertura de querer compartir los conocimientos y las emociones que a uno le pasan. Los directivos que se comportan como Donald Trump entienden que son transparentes porque dicen lo que piensan sin tener en cuenta a los demás y que no ocultan nada, cuando, en realidad, ser auténtico significa decir lo que se piensa pero respetando a los otros y compartir con los demás tus percepciones y comportamientos. La transparencia como apertura a los demás pasa por mostrarse tal y como soy, y permitir que otros opinen y compartan los pensamientos y emociones no es evidencia en aquellos directivos ‘autenticidas’ que sólo saben ser un yo y nunca un nosotros. Frente a la cita de Obama de la Biblia de que: “Todos fuimos extranjeros una vez”, tenemos una de Donald Trump que dice con su razonamiento pre-filosófico: .Todos los inmigrantes mexicanos son criminales”. Los dos son transparentes, pero el primero manifiesta una experiencia, y el segundo expresa un juicio de valor. Ser transparente puede ser un juicio de valor o una realidad; para mí implica compartir y no sólo mostrar. De ahí la importancia de justificar que no es transparente quien dice: “yo digo lo que pienso y allá tú si te gusta o no.. El líder auténtico se preocupa de debatir transparentemente con sus congéneres, empleados y colegas para intentar mostrar sin ambages su punto de vista y la sinceridad con que piensa lo que piensa. No se trata de hacer un manifiesto sino de compartir dudas. Y, por último, hay un aspecto que nos cuesta compartir para ser verdaderamente transparentes y es el de las emociones, no sólo por déficit educativo sino por cultura empresarial. Hablar de emociones es meterme en compartir opiniones personales que nos pueden comprometer. El debate de transparencia necesita determinar sus límites porque, si no, acabaremos como la expresión de Groucho Marx: .Sólo hay una manera de saber si un hombre es honesto: se lo preguntas, y si te dice que sí, ya sabes que es un corrupto”.
3. PROCESAMIENTO EQUILIBRADO (Balanced processing)
Procesar la información objetivamente, analizando la información relevante y capaz de solicitar a otros sus puntos de vista, no lo suele hacer un directivo con Síndrome Donald Trump. Más bien están hechos a las discrepancias y configuran su opinión con información insuficiente y parcialmente desvirtuada. Estas características son importantes porque hay multitud de líderes ‘autenticidas’ de escasez de lectura que se les llena la boca de la objetividad, cuando lo objetivo necesita de la fiabilidad in-tersubjetiva. La única verdad contrasta con su relativismo humano y, por tanto, necesita de percepciones diferentes compartidas desde la honestidad. Esta característica del procesamiento de información es importante para visualizar un mismo hecho desde diferentes perspectivas. Sofía Loren dice en su biografía: «En el tocador cada mujer ser puede sentir como Aristóteles cuando decía: ‘completa lo que la naturaleza dejó inacabado.”, que es una forma elegante de percibir el hecho del maquillaje. Procesar no significa querer influir sino intentar comprender la realidad para ser honestos con ella. Hay muchos directivos que engañan a la realidad, distorsionando su opinión fruto de su dedicación intensiva a crear su propia verdad. Nos encontramos con directivos que recogen multitud de datos pero que sólo buscan autojustificar su opinión.
No hay ninguna duda de que ser auténtico no es estar encerrado a otras opiniones. Procesar para dudar, dudar para preguntar, preguntar para saber y saber para ser mejor, en nada se parece a esa percepción tuerta del directivo ‘autenticida’. Acabo esta característica con un reflexión de Mario Benedetti que decía: «Me gusta la gente capaz de criticarse constructivamente y de frente, sin lastimarse ni herirse”. Procesar con dudas es incrementar tu nivel de objetividad.
4. MORAL INTERNALIZADA (Internalized moral perspectives)
El líder auténtico tiene una clara autorregulación de la conducta según sus propios valores y principios personales. No cede a las presiones del grupo y busca consistencia entre sus creencias y sus valores personales. Fuera están los otros líderes que dan lecciones de moral instalados en la razón pública y cuyo nivel de consistencia con su conducta son escasas. Multitud de dirigentes de doble moral sexual, fiscal, social, etc. se expresan en diversas sociedades. Muchas veces la moral no son unos principios sino sus conductas éticas. Ser 3H (humilde, honesto y humano) implica tener conductas reales de humildad (no decir que soy tan humilde), dar comportamientos honestos (hacer lo que se dice y decir lo que se hace), dar comportamientos humanos (solidario no es decirlo sino hacerlo). La moral internalizada es personal y no pública y solo es pública a través de tus conductas; la ejemplaridad no es hacer las cosas bien sino hacer las cosas y ser responsable de tu conducta. Hay que mirar a la moral con humildad porque si no nos puede pasar como al poeta R. Tagore: “Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas…» La estrella de tu moral brilla aunque no haya sol público.
En fin, el populismo de líderes que hablan de honestidad y no aceptan sus errores, que hablan de humildad y no aceptan sus dudas y que hablan de humanidad y no aceptan la diversidad humana, es sin más un sinsentido humano. El líder auténtico que empieza conociéndose profundamente a sí mismo nos muestra con transparencia cómo procesa la información y siempre con unos valores morales internalizados que expresa en conductas.
En fin, deseamos que las sociedades desnuden a estos líderes con el Síndrome Donald Trump que vociferan su verdad con sincera ineptitud y creen que su éxito empresarial puede justificar sus rocambolescos juicios. Menos ladridos y más arrullos. Y estando de acuerdo con Nietzsche en que “ningún precio es demasiado alto para el privilegio de ser uno mismo., reconozco también que debemos ser uno mismo desde el cultivo de las dudas, las preguntas y la sinceridad de lo que eres y lo que sientes. Cultivar como nuestros antecesores y pensar como Horacio: “La fuerza que no va guiada de la prudencia cae por su propio peso”. Espero que estos tipos de líderes caigan y que su ejemplo sirva, ante todo, para que otros no vuelvan a caer… en su redes.