Según estadísticas del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en 2018 hubo en España 602.316 accidentes con baja, un 3.2% más que en 2017. De estos, 652 fueron mortales, un 5,5% más que en el 2017. En todas las investigaciones posteriores, siempre se ha llegado a la inexorable conclusión de que todos estos accidentes se podrían haber evitado. ¿Y por qué no se evitaron?
Según Carlos Ricaurte, Senior Director de BTS España, “tal vez la respuesta está en el 96/4. En los años 30, H.W. Heinrich determinó, después de estudiar varios accidentes, que el 96% de los mismos eran causados por comportamientos inseguros y el 4% restante por condiciones inseguras. Esta estadística la podemos aplicar 90 años después y un claro ejemplo son los accidentes de tráfico. Según la DGT, en el año 2017, el 93% de los accidentes mortales en vías interurbanas en España, fue causado por conducción distraída o desatendida, velocidad inadecuada, cansancio o sueño, alcohol y/o drogas, causas todas ellas enmarcadas como comportamientos inseguros”.
En este contexto, analizando a las compañías que han tomado la decisión de hacer algo por la seguridad de sus operaciones, la mayoría ya trabaja en el 4%, es decir en la definición y puesta en marcha de normas, procedimientos, protocolos, supervisión, controles, etc., en definitiva, en mejorar los sistemas. Pero donde realmente se debe trabajar es en el 96%, en los comportamientos inseguros, debido a que en la mayoría de los accidentes y desastres ocurridos en las compañías podían haber sido evitados, debido a que había una gran carencia de liderazgo en la organización y, en muchos casos, recortes, presión por resultados y por el cumplimiento de fechas, entre otros factores, más importantes que la seguridad en las operaciones.
Ante esta situación, es necesario impactar en la cultura de seguridad, para ello es fundamental realizar un diagnóstico inicial que lleve a determinar en qué fase se encuentran las organizaciones. La primera es la de la cultura de seguridad dependiente (Curva de Bradley™). Esta consiste en la comparación con una actividad que un gran porcentaje realiza en el día a día, como es la conducción de un vehículo. Por ejemplo, en la seguridad dependiente las personas se ponen el cinturón de seguridad por temor a ser multados. Por lo que en esta fase se implantan sistemas para evitar accidentes.
Por lo que respecta a la siguiente fase, seguridad interdependiente, que consiste en ponerse el cinturón, porque se está convencido de salvar la vida en caso de accidente, es lo que representaría los comportamientos de los individuos en la organización. El objetivo es llegar a esta fase, en la que no solo se es consciente de la importancia del uso del cinturón, sino que todos los conductores se conciencien y lo usen, gracias al liderazgo en la organización.
Carlos Ricaurte concluye: “tras trabajar durante dos años con cerca de 2.800 líderes en una compañía global española, mejoró el índice de frecuencia de accidentes con baja en un 45%. Las fatalidades se situaron por primera vez en la historia de dicha compañía a cero, y la concienciación de los líderes sobre la evitabilidad de los accidentes aumentó en un 73%. Para lograr estos resultados fue muy importante contar con el absoluto respaldo y la implicación de la alta dirección. Sabremos que hemos alcanzado nuestro objetivo, no por los indicadores, sino porque la seguridad se vuelve parte del ADN de todos los empleados de la organización”.