Las actitudes que se esconden tras las muletillas futboleras

Maite Sáenz28 abril 20166min
Fernando Botella ha recogido las siete expresiones más recurrentes en el fútbol y las ha analizado para descubrir los comportamientos y actitudes que esconden tras de sí

futbol

“La sobre-exposición de futbolistas y entrenadores en los medios de comunicación ha provocado el establecimiento de una serie de mensajes que se repiten sistemáticamente como un mantra y que, en algunos casos, han quedado vacíos de contenido. Además, muchos de estos mensajes son cuestionables desde el punto de vista del trabajo en equipo y de los modelos más exitosos sobre liderazgo”. Fernando Botella, CEO de Think&Action, se refiere así a las expresiones-cliché que el mundo ha exportado a nuestro día a día personal y profesional. El experto ha recogido las siete más recurrentes y las ha analizado para descubrir los comportamientos y actitudes que esconden tras de sí:

– “Ahí dentro se está a muchas pulsaciones”. Cuando alguien dice esto, probablemente es porque acaba de cometer alguna barbaridad. Ha insultado al árbitro, ha agredido a un rival o ambas cosas, y eso le ha costado la expulsión. Pero justificar así una falta de autocontrol, que además puede tener consecuencias negativas para el equipo y el resultado del partido, no es una actitud profesional y no conlleva reflexión positiva ni aprendizaje. El autocontrol es uno de las mejores cualidades del líder y denota buen autoconocimiento.

– “No hay enemigo pequeño”. Un ejemplo de cómo la corrección política vacía de contenido muchas de las manifestaciones de los profesionales del fútbol. En esta ocasión, en vez de reconocer públicamente que el adversario no preocupa en exceso, se acude a esta fórmula “elegante” para salir del paso. Es respetuosa, sí, pero parte de un presupuesto que no es realista. Los recursos en esta vida siempre son limitados, así que tenemos que adaptarlos al nivel de exigencia del reto que tenemos delante, y nuestra actitud no será la misma frente a un equipo TOP que frente a uno de segunda fila.

– “El fútbol es así”. Expresión clásica para comunicar que en el campo hay sorpresas y resultados imprevisibles. Puede tener sentido ante acontecimientos inesperados y fortuitos como lesiones, climatología, etc. pero las más de las veces esta frase se emplea para justificar situaciones que eran perfectamente predecibles y que merecían un mínimo ejercicio de planificación. Si el equipo y el entrenador no han trabajado ese posible escenario es que no han hecho su trabajo en condiciones.

– “Malo sería que el jugador no se enfadara cuando le cambian”. El míster ordena una sustitución en el equipo, y el jugador reemplazado sale del campo jurando en arameo, haciendo ostensibles gestos de enfado y negándole el saludo a su jefe. Es habitual que se justifique su comportamiento apelando a una legítima ambición, porque “a nadie le gusta ser sustituido”. Así, de un plumazo, se premia y estimula el ninguneo al equipo, el desprecio a los compañeros que han sido suplentes y el afán de protagonismo de los deportistas. Una cosa es la ambición sana, que proyecta al equipo y a sus resultados hacia delante, y otra la pataleta egoísta de quien quiere chupar pelota, aunque sea a costa del partido y del colectivo.

– “Lo que pasa en el campo, se queda en el campo”. Ya. Y en Las Vegas también. Típica frase parapeto de quien la ha armado bien gorda en el césped y le quita hierro después porque no quiere asumir responsabilidades fuera, cuando toca rendir cuentas y aprender de ello. Como si el terreno de juego fuera una especie de ciudad sin ley en la que todo estuviera permitido. Probablemente la otra parte afectada no esté nada de acuerdo en enterrar el altercado porque ha sido y es la gran perjudicada. Al acotar tanto las posibles áreas para resolverlo, estamos subestimando el conflicto y el perjuicio que hemos ocasionado.

– “Salimos reforzados de este partido”. En otras palabras, has perdido. Es la versión actualizada de la “derrota honrosa”, o del mucho más ingenioso y honesto “jugamos como nunca y perdimos como siempre”. Es un recurso al que acuden entrenadores y jugadores para aplicar paños calientes a un mal resultado y a una obvia decepción. Y puede tener su sentido si se utiliza con mesura para mantener alta la moral y obtener aprendizajes para el futuro. Pero cuando lo ocasional se convierte en habitual, ese discurso pasa a ser una mera excusa que evita el análisis y la autocrítica.

– “Hay que seguir trabajando”. ¡Faltaría más! ¡Como si ganar te facultara para dejar de hacerlo! Otra excusa. Patada hacia adelante para eludir el chaparrón de la derrota. Pero es que hay chaparrones que no se pueden evitar. Hay que mojarse hasta los huesos para extraer las reflexiones oportunas. Proyectar a futuro es la mejor forma de conseguir mejores resultados, y desde esa posición nueva de futuro deseable, analizar lo anterior, lo sucedido y aprender.

 


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