por Raquel Roca, HR Blogger en GlocalThinking.- Ya nos lo decía el filósofo Immanel Kant hace unos cuantos siglos: “Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar”. Y, sin embargo, es ahora cuando como sociedad, empresas e individuos empezamos a entender -o constatar- que esa incertidumbre que en verdad siempre ha acompañado a los seres humanos -incierta es la vida misma- es tangible, casi cuantificable y para muchos, alarmantemente real en el plano profesional.
Porque tememos lo que no controlamos
No queremos saberlo todo… pero nos asusta lo desconocido.
No nos ayuda el haber vivido muchos años con sensación de que sabíamos qué hacer en un entorno laboral que considerábamos entendible, sistémico, predecible y ciertamente manejable. Pongámosle un nombre: industrial.
Pero ya desde hace décadas vivimos y trabajamos en economía digital, y la digitalización conlleva tantos cambios y tan rápidos que resulta imposible trabajar con las mismas certezas y seguridades que teníamos antaño. La incertidumbre, por tanto, se ha convertido en un reto para cualquier organización que desee sobrevivir a un mundo competitivo, hiper digitalizado y, como bien sabemos, líquido.
Por tanto, la acertada gestión de la incertidumbre es un inevitable.
Vivimos en -incluso diría que somos- un mundo complejo, caótico y desordenado.
Esta multiplicación del desorden, anunciada hace más de veinte años, converge actualmente en un punto de inflexión podríamos decir histórico. ¿Cuáles son los vórtices de estas tres tormentas que, sumadas, generan la gran tormenta perfecta?
- El primero es la multiplicación de actores que influyen en la dinámica del contexto. Actores con distintos recursos que diversifican el nivel de intereses involucrados en un sector económico, conviviendo con los “protagonistas clásicos”. Pongamos por ejemplo la irrupción de los knowmads y de los nómadas digitales, con la consiguiente disrupción del concepto espacio/tiempo.
- El segundo factor de trasformación es la mayor diversidad y a la vez volatilidad de las reglas de interacción. La dinámica del mercado exige agilidad y adaptabilidad.
- El tercer factor de transformación, que surge como consecuencia de los anteriores, es la apertura exponencial de cambios en los sistemas de vida (cultura) de las organizaciones. Esto significa que todo “lo nuevo” (tecnologías, metodologías, etc.) suponen rupturas cada vez más veloces y profundas. Hay que reaprender sobre lo conocido, pero cada vez más a menudo sobre lo que no conocemos. De ahí la dificultad.
¿Qué podemos hacer para resultar competitivos frente a la complejidad de la inestabilidad?
¿Y para cuidar el capital más valioso que tienen las empresas, sus profesionales, cuando ya no podemos garantizarles la necesidad humana de seguridad y tener el control de lo que ocurre (u ocurrirá) en sus puestos de trabajo?
Diseñar modelos que permitan comprender la dinámica de un mundo que es desordenado. Liderar la incertidumbre: generar un management de posibilidades.
No podemos ofrecer más de lo mismo en las organizaciones porque las personas tampoco somos ya las mismas. Nacen nuevos deseos, necesidades y peticiones que cubrir. Por ello, aprender a gestionar la incertidumbre en positivo, es decir, convertir el caos y la inseguridad en una ventaja competitiva, es el nuevo reto de la de la empresa Smart S.XXI.
El profesional del S.XXI, además, necesita aprender a trabajar en modelos híbridos lo que agudiza sensaciones de “falta de control”, inseguridad, cansancio y estrés.
Surge ante nosotros la oportunidad de mejorar nuestro AQ (Adaptative Quotient) o “Coeficiente de Adaptación”. Aprovechémoslo. Porque la gestión correcta de esta Inteligencia Adaptativa nos permite navegar adecuadamente por tiempos convulsos, bajando al mismo tiempo nuestro nivel de estrés.
La incertidumbre nos mantiene alertas, nos obliga a mejorar nuestros niveles de creatividad, a conectar con agilidad, a improvisar y a mejorar, constantemente, nuestras capacidades (long life learning); nos hace trabajar e idear out of the box, y nos hace más dinámicos.
Si a este managament de posibilidades le añadimos correctas políticas de flexibilidad, ofrecemos una cultura orientada a los nuevos modelos organizacionales (homework, flexiwork, rediseño espacios…), diversidad real (lo cual incluye la edad) y adoptamos herramientas digitales y metodologías que nos permitan optimizar la gestión del tiempo y productividad para descansar más, la tormenta perfecta seremos nosotros.