Teníamos claro que un líder es algo más que un director. No sólo dirige tareas: gestiona proyectos, resuelve imprevistos, escribe, presenta, etc.; no sólo dirige personas: organiza y encauza su trabajo, modera situaciones, etc.; también gestiona las relaciones que se dan en su equipo: coordinación, situaciones conflictivas, clima emocional, etc.
Sin duda se trata de un repertorio muy amplio y diverso de tareas. ¡Casi podríamos pensar que el líder tiene que ser un superhombre! Pero tal vez no es cuestión de tener grandes poderes sino de desarrollar una de las capacidades humanas más interesantes: la inteligencia emocional, algo que ya es conocido y que, de forma genérica, se trabaja cada vez con más frecuencia, tanto en contextos empresariales como educativos. La cuestión es: ¿Hasta qué punto se fomenta esta inteligencia en las empresas? y ¿hasta qué punto somos conscientes de su impacto en los resultados de la organización?
Por mucho que algunas personas se empeñen las emociones no pueden separarse del trabajo, básicamente porque éstas son consustanciales a la naturaleza humana. Precisamente la ausencia de emociones significaría una patología que impide analizar las situaciones y evaluar las respuestas más adecuadas a la situación. Así es que sí, queremos las emociones en el trabajo. Otra cosa es cómo se manejan estas emociones.
Ejercer de líder conlleva una responsabilidad emocional porque el clima emocional de un equipo emana directamente de su líder. És la cabeza y quien gestiona al equipo por lo que su impacto es vertical, de él hacia sus colaboradores. Así maneja sus emociones, así las experimentarán en el equipo. Y esto es así porque las emociones se contagian con enorme facilidad y prontitud, como si de una corriente eléctrica se tratara, entre un grupo de personas como es un equipo.
Para una organización, el que sus líderes tengan una inteligencia emocional desarrollada es sinónimo de eficiencia. El entrenamiento en la consciencia, expresión y gestión de sus emociones hace que el líder sea más capaz de afrontar las complejas tareas que implican gestionar equipos y, por contagio, transmita a su equipo las pautas de cómo actuar con más eficiencia.
Por ejemplo, en situaciones de crisis, cuando hay problemas, merece la pena darse cuenta de las emociones negativas que se puedan estar sintiendo: miedo, tristeza, rabia, el darse cuenta es el primer paso. Desde esas emociones el pensamiento analítico: detección de errores y problemas, análisis detallado de la información, razonamiento deductivo, es más fácil. Pero una vez analizada la situación es necesario que el líder cambie el marco emocional, desde las emociones negativas no se pueden encontrar soluciones, como mucho repetir las conocidas. Si el líder facilita entonces un espacio positivo donde se percibe la posibilidad de solucionar el problema, el pensamiento divergente, la creatividad, el razonamiento inductivo tienen más posibilidad de surgir. Así que manejar las emociones y orientarlas a los objetivos que se pretenden abre nuevas y más eficientes posibilidades a un equipo.
Para que el líder pueda tener un manejo emocional así necesita entrenarse para ello. Las situaciones de crisis arrastran especialmente a las personas a la negatividad y la capacidad que se necesita para salir de ellas y generar espacios de positividad y posibilidad, es alta. Fenómenos como la resiliencia o la indefensión aprendida son especialmente importantes para ello. Entrenamientos personalizados como los procesos de coaching con expertos en emociones son el recurso más potente utilizado en la actualidad.
En el Congreso Internacional de Psicología del Trabajo y RRHH que se celebrará los días 2 y 3 de junio del 2016 en Madrid, tendremos la oportunidad de conocer más a fondo cómo el desarrollo del liderazgo, la gestión del compromiso y la mejora del desempeño se vinculan con el autoconocimiento de las personas y su capacidad de elegir en los entornos profesionales. La mesa de Psicología y Coaching o el Simposium sobre Emociones, permitirá profundizar en los principios, las metodologías y las prácticas que se están implementando para facilitar esa consciencia personal esencial para el liderazgo, el compromiso y el desempeño.
Isabel Aranda, coach certificada y coordinadora del Grupo de Trabajo de Psicología y Coaching del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COPM).
