Fin de curso. Llega el momento de exámenes. Nervios, dudas, repaso mental. Para los alumnos de 2º de Bachillerato enfrentarse al anacronismo de las pruebas de Selectividad. Las ilusiones de unos estudios entarimados durante unos días. Me acuerdo perfectamente del atracón de Filosofía a la vuelta de un año en EE.UU. Mi hija me comenta que está poniendo atención en la ortografía. Su caballo de batalla. Lee mucho. «De las que más de su clase». Pero cree que no le sirve porque no se fija en las palabras. Está inmersa en la historia. No ve si es con be o con uve. O sin hache o con ella. Yo le digo que en el inconsciente sí. Que ahí queda. Y que cuando se necesite, saldrá. Cuanto más lea, mejor.
En nuestros quehaceres profesionales llega el fin de curso multitud de veces durante el año. Puede que nos asalten las dudas. ¿Sabré enfrentarme a ese problema? Algunas veces lo tenemos claro desde el principio. Por aquí. Hay que llegar allí. El plan listo. Otras veces, no tanto. ¿Tendré la capacidad para acabar con algo coherente? Me pasó el otro día. Algo que no has hecho específicamente. Muchas veces parecido. ¿Por dónde salgo del túnel? Tú avanza trabajador del conocimiento. Pide datos. Relaciona temas. Déjate llevar. Y sale. Se ven claras las posibles soluciones. Transmites los próximos pasos. El bolígrafo pinta y escribe poseso. Otra vez cuesta abajo. Más archivos para el subconsciente. Debe de ser por lo que leí de pequeño.
Feliz fin de semana a todas, todos.
Francisco J. Fernández Ferreras
