Atasco en la agenda. Se van acumulando temas. Avanzan los personales por una vía. En paralelo e intrínsecamente relacionados, los profesionales. Entreverados con los otros, como el buen jamón, los intelectuales. Y como cuarta fuerza, los lúdicos. Quizás esa solamente sea la forma en que yo los veo. Quizás sea la necesidad de estructurar para entender. Quizás para cuantificar. Esto no es lo importante. Sí lo es saber cuánto de relevante es cada tema para uno mismo. Y para eso cada maestrillo tiene su librillo. Me acuerdo de cuando se le ocurrió a Carmen el caracterizar a perfiles profesionales en base a los personajes de la Warner Bros. ¿Eres más de PIolín o del Gato Silvestre? ¿De Elmer gruñón o del pato Lucas? ¿Del correcaminos o del coyote? Otros hacían procesos de assessment sesudamente trabajados. Nosotros también.
El amontonamiento de cosas a realizar, agobia. Creo que eso ocurre si el foco está exclusivamente en la tarea. Últimamente hablo bastante sobre la Dirección Por Objetivos (DPO) y su grado de implantación en las empresas. Es interesante ver cómo desde un punto de vista más académico y de investigación trabajamos sobre los postulados más avanzados de Frederic Laloux y en la realidad, las empresas se pelean con el día a día tres o cuatro escalones más abajo. Pero sí me ayuda el concepto de propósito evolutivo. Ese objetivo que dirige tus actos en última instancia. El sentido de la vida. Y, entonces priorizo, digo que no, asumo hasta dónde puedo llegar y me centro en lo que me acerca a ese estado que he decidido que me realiza como persona. Y a partir de ahí, a picar piedra. Pero con la perspectiva de que soy constructor de catedrales.
Feliz fin de semana a todas, todos.
Francisco J. Fernández Ferreras.