Desayuno con una amiga. A la fresca, despistando al sol. Cambios de trabajo. Nuevas relaciones, nuevas sensaciones. Esto es mejor que aquello, pero echo de menos aquello otro. Ahora tengo esta responsabilidad que me gusta más. Comparas lo que hay con lo que tenías. Pues acuérdate de cuando estábamos en aquella empresa. Ya, ahí sí que… Y ves la evolución. Y compruebas si se adapta a ti ¿O tú a ella? Ahora tengo más libertad, me gestiono mejor la vida. Pero el ritmo es distinto. Nunca cumple todos los requisitos. Tienes que volver a hacerte conocer. Tienes que comprender las dinámicas que rigen la relación. Porque en el otro lado, ya sabías qué hacer en cada momento. Nervios. ¿He hecho bien?
Yo creo que las organizaciones son seres vivos. Igual que las personas. Y sus células somos individuos que conformamos una personalidad específica organizativa. Como los seres humanos. Algunas son posesivas. Otras son cariñosas y paternalistas. Otras, destructivas. Esa en la que estas pensando, fue para ti la que más te marcó aunque estuviste poco tiempo con ella comparada con otras. De aquella te acuerdas mucho. Algunas relaciones acabaron bien, otras mal y otras fatal. Parecía una cosa y acabó siendo otra. Con algunas estabas porque te daba pereza cambiar y volver a empezar aunque hacía tiempo que no te aportaba nada. También has pensado estar por tu cuenta, a tu aire, cansada del ir y el venir. ¿Te ayuda a conseguir estar donde quieres en un par de años? ¡Ah!, y la empresa en la que estás, ¿también?
Feliz fin de semana a todas, todos.
Francisco J. Fernández Ferreras.