Hay veces que no salgo de mi asombro. Parece que nos acercamos inconscientemente al tópico del que nos queremos alejar. Alguien debería darse cuenta de que esto no funciona todo lo bien que podría. El cambio de horario nos devuelve al eterno debate sobre el huso al que pertenecer. Parecemos la princesa Aurora. Estudios nos recuerdan que somos un país en el que dormimos poco y salimos tarde del trabajo. De hecho, en algunas ciudades como Madrid, se presume de ello laboralmente. Me parece que es como sacar pecho por tener más colesterol en los análisis. Cebollez pura. A la vez, somos capaces de generar halos de parálisis alrededor de vacaciones. Dos semanas antes del Jueves Santo te empiezan a dar citas para dos semanas después. Para que se me seque el bañador. En Sevilla pasa ahora con la feria de abril. Si eso quedamos para después del 17. Y en una reunión a las 20:00, para estar más tranquilos. No salgo de mi asombro. Improductividad embotellada.
A veces me gustaría ser como esa cadena de grandes almacenes que tiene la capacidad de gestionar el tiempo. Las estaciones llegan cuando él lo dice. Y 8 días son del 30 de marzo al 24 de abril. Con un par. Así encajaban reuniones y proyectos. Escapadas y descansos. Presentaciones y análisis. O como David Mitchell para generar profesiones incomprensibles con contenidos ad-hoc. Corpócratas, manufactores y psicogenomicistas. Dedicados a reventar la burocracia, hacer que las cosas pasen y promover la energía positiva. Por ejemplo. Y conseguir que seamos un país donde además de vivir bien, se trabaja con cabeza.
Feliz fin de semana a todas, todos.
Francisco J. Fernández Ferreras.