Qué duda cabe que la tecnología está afectando nuestras vidas. En múltiples aspectos. Desde el más trivial hasta el más complejo. Hoy entraba un amigo mojado a una reunión. Había empezado a llover y se peleaba con el expendedor de tíquets de aparcamiento. ¿No tienes la app? Unas horas antes, en una reunión con una amiga surge el tema de las contraseñas en las múltiples páginas web que frecuentamos. Muchos utilizan siempre la misma. En algunos casos no puedes. Esta pide al menos diez dígitos. Qué pongo si la habitual es de ocho. ¿No tienes el programa que las gestiona?
En algún sitio leí que los nativos digitales están convencidos de que siempre hay una ayuda tecnológica que soluciona el problema que toque. Los emigrantes digitales también. Incluso para temas profundamente humanos. Relacionales. Personas que necesitan cubrir un hueco. Y que tienen la sensación mágica de que también hay una aplicación para ello. Y se saltan etapas naturales. Van al final sin haber pasado por lo básico. Hay una confianza ciega en la vía. En el medio. Que predispone. Percibo un problema de velocidad. Y de prioridades. ¿Tomarías como socio para un negocio en el que arriesgas tu patrimonio a alguien que conoces de una tarde en la que os lo habéis pasado bien juntos? Es que viene por tearreglolavidaforever.com. ¡Ah!, entonces sí.
Feliz fin de semana a todas, todos.
Francisco J. Fernández Ferreras.
