Me encanta la noche de Reyes. Y la envidia cochina de no ser uno de ellos. Cuando estás en la cabalgata, ves la ilusión. Más bien, la palpas. Pequeños, y mayores también. Ojos atentos y encendidos como brasas. Algo en lo que todos hemos creído y en lo que nos resistimos a no creer. Y en lo que colaboramos para que la tradición siga. Y disfrutamos con ella. Una realidad de cómo se persiguen los sueños. Mi hija me dice que se esmeraba especialmente en la letra para esa ocasión. Anda que si no le entendían la carta… Un primer paso. Y luego otro. Y otro más. Pasar de sueños a objetivos. Make it happen. ¿No es ese el regalo que nos han dejado este y todos los años?
Entre paje y paje pensaba en el liderazgo. Eso, que como alguien dijo, es conseguir que alguien haga algo que no le gusta, y le guste. Y la cantidad de teorías que se han generado para intentar tangibilizarlo. Para estar más cerca de ese súper poder directivo. Escala de sustitutos del liderazgo, Inventario de estilo y adaptabilidad del líder, Test de adjetivos de Pitcher,… ¿Complicado o sencillo? Y lo tengo claro, si quieres arrastrar masas, y visto lo visto, ni Lenny Kravitz, ni Katy Perry, ni Coldplay. Ni tampoco Steve Jobs. Por lo menos, esa noche, Melchor, Gaspar o Baltasar. Tú eliges.
Feliz fin de semana a todas, todos.
Francisco J. Fernández Ferreras.