“La irrupción de las grandes innovaciones tecnológicas ha conllevado tradicionalmente la creación de nuevos tipos de trabajo, la destrucción de otros y la transformación de la actividad que realiza la mayoría. Inventos como la máquina de vapor o la energía eléctrica supusieron un tsunami en el mundo laboral con importantes consecuencias en el mercado de trabajo que causaron movimientos sociales importantes como el movimiento ludita en el siglo XIX o los movimientos sindicales en los siglos XIX y XX. Internet y de una forma más amplia todo el proceso de digitalización de la economía, se encuentran también entre los grandes movimientos tecnológicos, esos que cambian las reglas de juego del mercado laboral”.
Javier Carbonell Pérez defiende en el Blog Think Big de Fundación Telefónica que las revoluciones tecnológicas han sido siempre creadoras netas de trabajo pero que, irremediablemente, han generado siempre incertidumbre en el mercado laboral, sobre todo en los segmentos expuestos a más cambios.
En anteriores revoluciones industriales se produjo una devaluación de la importancia de la fuerza física que fue sustituida por motores y máquinas en actividades con bajo contenido cognitivo que se pudieron automatizar.
El estudio «The future of employment: how susceptible are jobs to computerisation?«, elaborado por la Universidad de Oxford, ha analizado la posibilidad de automatización por sistemas informáticos de 702 actividades profesionales en EEUU. Como muestra el cuadro la labor de teleoperador y del personal administrativo de gestorías, seguros, despachos de abogados… serán las profesiones con mayor probabilidad de ser automatizadas. Por contraposición, terapeuta creativo y supervisores y coordinadores de instaladores y reparadores mecánicos serán las profesiones con menor probabilidad de ser automatizadas.
A pesar de la apariencia alarmante, siempre hay que analizar los datos con la perspectiva del tiempo, es decir, pasados unos años se podrá valorar mejor los fenómenos con una mayor objetividad.
En el caso concreto de la revolución digital hay que tener en cuenta la cantidad de puestos de trabajo relacionados con las TIC y otras carreras tecnológicas y científicas que no se podrán cubrir en el futuro por falta de personal cualificado. Según la Comisión Europea en 2020 en Europa habrá una demanda de profesionales TIC sin cubrir que oscilaría entre 730.000 en un escenario de crecimiento bajo, y 1.346.000 en un escenario disruptivo.
Asimismo aparecerán profesiones nuevas y radicalmente diferentes a las existentes. Algunas de ellas podrán ser pilotos de drones, coordinadores de la relación hombre-máquina en el ámbito laboral, científicos de datos, auditores de bienes compartibles en la economía colaborativa, diseñadores de moda, comida… con impresión 3D, arquitectos de realidad aumentada, diseñadores de gamificación, tele-cirujano, coach virtual, asesor en dinero digital, gestor personal de presencia on-line, experto en simplificación, restaurador de entornos salvajes, entrenador de robots, o analistas de conocimiento…
El autor tiene la certeza de que la formación y la educación será el arma para afrontar los nuevos desafíos en el mundo del trabajo. “No hay duda de que tanto empresas, como administraciones y personas debemos tener en mente estos dos principios para abordar con éxito los desafíos del trabajo en un mundo de máquinas inteligentes”.
