El uso de los robots y la inteligencia artificial en el ámbito laboral avanza sin cesar. El informe de este año del Foro Económico Mundial sobre el futuro del trabajo advierte de que, entre los años 2015 y 2020, la digitalización de la industria puede conllevar la desaparición de 7,1 millones de puestos de trabajo y la creación de 2,1 millones de nuevos empleos. Estas previsiones, junto con las declaraciones recientes de expertos de CaixaBank Research que pronostican que «un 43 % de los puestos de trabajo actuales en España tienen un riesgo elevado de ser automatizados a medio plazo», abren un escenario de transformación de la organización del trabajo.
«La relación entre la innovación tecnológica y la ocupación es muy compleja -señala Eva Rimbau, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC-. Los efectos de la tecnología parecen positivos cuando repercuten en la producción de productos innovadores -explica-, porque crean nuevos mercados, nueva demanda que hay que atender, y, por lo tanto, resulta necesario contratar a más trabajadores. Ahora bien, cuando la tecnología mejora procesos (la forma de trabajar), el impacto sobre la ocupación tiende a ser negativo, ya que las nuevas máquinas permiten producir la misma cantidad con menos trabajo. Esta caída del empleo -remarca Rimbau- puede ser compensada a medio y largo plazo con nuevos puestos de trabajo en otros sectores, o hasta en el mismo sector, para atender una demanda superior de los productos más baratos, pero cómo y en qué grado actuarán los mecanismos compensatorios es una cuestión que no está clara».
Todo apunta a que la llegada de los robots afectará a los trabajos manuales y repetitivos, pero «sobre todo repercutirá en los trabajadores con una cualificación intermedia que realizan tareas rutinarias (por ejemplo, los administrativos)», matiza la experta. De hecho, en las economías occidentales, el mercado de trabajo se está polarizando: «El aumento de la tasa de empleo tiene lugar en las personas con mucha y poca formación: las primeras, por sus conocimientos elevados y habilidades, y las segundas, porque a pesar de su baja formación pueden realizar tareas manuales no rutinarias (por ejemplo, en el sector servicios)».
Sin embargo, es en el sector servicios donde se supone que la automatización avanzará más en los próximos años. Algunos ejemplos de trabajos, según Rimbau, que requieren elevadas capacidades pero que podrían ser total o parcialmente sustituidos por la tecnología son los siguientes: servicios legales (búsqueda de jurisprudencia, redacción de documentos como contratos o recursos), servicios del ámbito sanitario (nanorrobots para combatir el cáncer) y servicios a la comunidad (robots que pueden ayudar a los trabajadores en actividades de atención a los niños y las personas mayores, en actividades de rehabilitación, e incluso para ofrecer compañía emocional a pacientes con enfermedades o discapacidades psíquicas).
Las profesiones del futuro: Más pensamiento creativo y capacidad para resolver problemas
En una cuarta revolución industrial no solo desaparecerán puestos de trabajo o se transformarán otros, también se crearán nuevos empleos que actualmente ni nos imaginamos. El profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC Robert Clarisó recuerda que el 75 % de los oficios y las profesiones futuras aún no existen: «Puede parecer extraño, pero pensemos en cómo explicaríamos a alguien de 1990 trabajos como el de gestor de comunidades (community manager) o experto en experiencia de usuario en dispositivos móviles».
Por su parte, Rimbau explica que muchas de las nuevas profesiones estarán relacionadas con los sistemas informáticos, la gestión de datos y la seguridad informática y los sistemas robóticos, entre otros, y pone estos ejemplos: pilotos de drones; coordinadores de la relación hombre-máquina en el ámbito laboral; científicos de datos; diseñadores de moda, comida, etc., con impresión 3D; arquitectos de realidad aumentada; diseñadores de gamificación, telecirujanos, etc.
Para estas nuevas profesiones, Rimbau dice que «habrá más necesidad de pensamiento creativo, sentido común y capacidad para resolver problemas». Añade que se necesitarán trabajadores que sepan usar o gestionar estas tecnologías, por lo que es importante que la población se forme en competencias digitales.
Nuevas formas de organización del trabajo
En cuanto a la organización de las empresas, probablemente tendrá lugar un replanteamiento de estrategias corporativas como, por ejemplo, la deslocalización. «Si el trabajo se automatiza, la producción podrá ser más barata y eficiente en el propio país de origen, lo que revertirá en beneficio del proceso de localización y favorecerá que las industrias nacionales recuperen todos los procesos de la cadena de valor», remarca Rimbau. «Este fenómeno se llama botsourcing, para diferenciarlo del outsourcing, que se asociaba a la deslocalización. Además, por esta vía, la automatización puede propiciar la creación de empleo en los países de origen».
En las empresas habrá de forma simultánea sistemas automáticos y trabajo manual. En consecuencia, la dirección de recursos humanos tomará una nueva dimensión, ya que deberá afrontar los desafíos del trabajo colaborativo entre los seres humanos y las máquinas.
«Será necesario ayudar a los trabajadores a adaptarse a la nueva situación, que tendrá muchos componentes emocionales, además del aprendizaje de nuevas maneras de hacer», añade. Según el sociólogo de la UOC Francesc Núñez, las máquinas y los robots ocupan cada vez más espacios tradicionales y exclusivos de los humanos, y son percibidos como una intromisión. Solo hay que recordar la frase que dijo Lee Sedol, el campeón del juego chino Go, al perder por primera vez contra el programa informático Alpha Go, creado por una empresa filial de Google: «La derrota de hoy es de Lee Sedol, no de la humanidad»
No obstante, Núñez recuerda que los robots nos ayudan a simplificar nuestros trabajos, se ocupan de los que son más duros o mecánicos, y también, en definitiva, nos hacen más humanos: «Son una extensión (amplificación) de nuestra humanidad».