DISEÑO DEL EXPERIMENTO
Los experimentos llevados a cabo por Gero nacen de una concepto clave, trasplantar una proteína fotosensible, parecida a las proteínas que tenemos en los ojos, a algunas neuronas, demostrando que es posible activar dichas neuronas simplemente exponiéndolas a luz. Tan sólo se necesitan dos cosas, un receptor, la proteína fotosensible, y la señal para la transmisión que, en este caso, es un haz de luz, azul para activar la neurona y amarilla para apagarla.
Los estudios se han realizado con moscas de la fruta, de tal manera que se selecciona el tipo de neurona con la que se quiere trabajar implantándose en estas a través de un virus (modificación genética), la proteína fotosensible. Una vez implantada la proteína se activa el haz de luz, azul o amarillo, manipulándose los sistemas neuronales que señalizan la recompensa o su opuesto, el castigo.
Las moscas no pueden hacer todo lo que hace el hombre, pero pueden aprender, tomar decisiones, buscar parejas para aparearse, comunicarse con ellas, elegir a la más adecuada, orientarse en lugares extremadamente difíciles, realizar hazañas de locomoción … y todo eso con un cerebro del tamaño de la cabeza de un alfiler.
RESULTADOS OBTENIDOS
– Activar las recompensas mediante control remoto óptico generó en los animales la sensación ilusoria de que ciertas conductas estaban asociadas con resultados positivos o negativos.
– Se ha logrado, por tanto, programar artificialmente recuerdos nuevos en el cerebro de los animales, para luego medir cómo actuaban según los contenidos de esos recuerdos que se habían creado de forma artificial.
– Como resultado de todo ello, los animales modificaron permanentemente su conducta, aprendieron de un error que jamás habían cometido, o de una recompensa que jamás habían recibido.
CONCLUSIONES
Nuestras percepciones y el mundo que discernimos no son más que la representación de la realidad en el lenguaje de impulsos eléctricos en miles de millones de neuronas. Almacenamos y rememoramos recuerdos mediante impulsos eléctricos… y los impulsos eléctricos también controlan nuestros movimientos y determinan nuestras emociones.
Queda muy lejos aún la posibilidad de modificar las conductas del ser humano mediante esta técnica, más aún cuando todavía hay un gran desconocimiento sobre las “neuronas emocionales” y sobre la posibilidad de modificación genética en el hombre. Sin embargo, estamos ante los primeros pasos de una técnica que podría revolucionar el mundo de las conductas. “Emociones a la carta” quién puede pedir más…