Domingo por la mañana. Como muchos de ellos, quedo para hacer deporte. Miro por la ventana. Un sol espléndido. Desayuno de campaña. Menos huevos revueltos, de todo. Zumo de naranja, leche con cereales, yogur y un sándwich mixto a la plancha. Por la zona de la ciudad Universitaria el termómetro exterior del coche marca -4ºC. Miro por el cristal. Un sol espléndido. A las 9:00 listos en la pista. Aparcamos y cogemos los aperos de labranza. Con un polar con la cremallera subida hasta los ojos. El césped alrededor del frontón, congelado. La humedad transformada en adorno navideño. Miro al cielo. Un sol espléndido.
Tras dos horas y media dando raquetazos llega la cerveza con limón. Mágica bebida que te recupera. Un amigo mío dice que él sólo juega para tomársela después. Electrolitos envasados en una botella de vidrio marrón. Otra forma de tomar cereales. Charlamos aperitiveando. Del futuro profesional. Santiago comenta que acaba de empezar un proyecto. Un proyecto largo. Le llevará más de un año. Y ve difícil poder dedicarse a otra cosa para ir trabajando una nueva posición. Está en el túnel de lavado, dice. Una vez que entras, tienes que esperar a que acabe. Y salir por el otro lado. Ni volver hacia atrás, ni atravesar los laterales. Hacia adelante. Muchas veces, la vida empuja.
Feliz fin de semana a todas, todos.
Francisco J. Fernández Ferreras.