Esta semana he estado en una charla. Un desayuno. El invitado: un personaje relevante del mundo empresarial. Echar demasiadas flores en la presentación, puede ser contraproducente. Para el presentado y para el presentador. Aquí no hubo medida. La descripción lo elevó a los altares. Una mezcla de Leonardo da Vinci, la madre Teresa de Calcuta, Warren Buffett, el padre de Chencho en la gran familia y Winston Churchill. Un poco de miel va bien. Cuando notas que es un trago largo con una docena de polvorones, es infumable. Como decía mi abuela, lo poco agrada y lo mucho enfada. Y había otra persona que le iba a entrevistar. Un excelente profesional. Al que ninguneó la presentadora. Como esos chistes fáciles en las galas norteamericanas. «Aquí está el dos veces ganador del Óscar y cuatro del Globo de Oro al mejor actor, protagonista de películas como Forrest Gump, Náufrago, Apolo 13, La milla verde, Philadelphia, Salvar al soldado Ryan, La hoguera de las vanidades o Capitán Phillips que ha generado más de 4.500 millones de euros en taquilla sólo en EE.UU., productor, un icono del cine mundial… y aquí Will Smith». Carcajadas enlatadas.
El entrevistador estuvo impecable. Qué importante es estar sin que se note más de lo que se debe. Reconducir, volver a preguntar, clarificar. El ego te está esperando a la vuelta de la siguiente frase. Emboscado. Te puedes ir por peteneras. Hablas de lo que más sabes, de lo que te llena, en lo que te luces. Pincha el globo. Eres el foco que alumbra a otra persona. No te despistes. Eso es lo complicado. Equilibrando razón con emoción. Sin sobar el lomo. Estando donde y como hay que estar. By the way, Will Smith ha generado más de 6.000 millones.
Feliz fin de semana a todas, todos.
Francisco J. Fernández Ferreras.