Nadie se ha salvado de los efectos negativos de la crisis pero, concretamente, los jóvenes con discapacidad han sido los más afectados por el desempleo. El 68% de los jóvenes con discapacidad está en paro, 6 de cada 10 de larga duración. Según el “Informe Millennials con discapacidad, motor de futuro”, elaborado por Fundación Adecco y JYSK, las causas se justifican por el inferior acceso de los jóvenes con discapacidad a estudios superiores, la falta de recursos y la existencia de prejuicios que dificultan la inserción de este colectivo.
“Los jóvenes con discapacidad representan un inmenso potencial de talento para nuestra economía que no podemos desaprovechar. Sin embargo, aún existe una importante brecha en las cifras de formación y empleo; una brecha que puede reducirse”, Olafgilbert Zoder, Responsable de Administración y Personal de JYSK España.
Por su parte, Francisco Mesonero, director general de Fundación Adecco, asegura que “es crucial estimular la participación de los jóvenes con discapacidad en el empleo: nuestro país no se puede permitir ser discriminatorio, necesita el talento de los jóvenes con discapacidad para salir adelante”.
A menos nivel formativo, menos empleo. El nivel formativo es un factor determinante a la hora de garantizar el acceso al mercado laboral. En España, un 53,2% de los parados menores de 25 años no ha superado la Educación Secundario Obligatoria, lo que muestra que el nivel formativo está relacionado con la oportunidad laboral. Con respecto a los encuestados con discapacidad, un 19,3% tiene estudios primarios y un 8,2% cuenta con estudios universitarios.
Mesonero critica el hecho de que continúen existiendo barreras en el plano intangible, “principalmente marcadas por los prejuicios y estereotipos que siguen asentados en el seno de las compañías”. A esto se le suma la sobreprotección familiar que en algunos casos frena el acceso a la formación y al mercado laboral por el desconocimiento de los familiares que “en muchas ocasiones tienen dudas sobre el tipo de empleo al que optar y pueden llegar a autoimponerse falsos límites”.
Según el informe, la universidad es el gran reto de los jóvenes con discapacidad. “La Universidad representa la plenitud de la etapa formativa de cualquier persona y, por tanto, alcanzar la igualdad real pasa por normalizar la presencia de personas con discapacidad en este entorno”, comenta Mesonero.
En este sentido, los universitarios con discapacidad representan solo el 1,3% del total del alumnado. De los que deciden cursar estudios universitarios, el 40% lo hace a distancia debido a las barreras arquitectónicas y psicológicas.
