Para ser reconocido, reconoce

Redacción ORH21 junio 20164min

El reconocimiento social es posiblemente el factor externo que más influye en la motivación intrínseca. Cuando está enfocado sobre nuestros talentos y logros, regula nuestra percepción de autoeficacia, haciéndola más precisa, realista y positiva. Nos ayuda a construir una imagen mucho más orientada y funcional de nuestros talentos y vocaciones, algo de inestimable valor para –en palabras de Ken Robinson- encontrar nuestro Elemento.

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Así, lograr reconocimiento social frecuente y genuino sobre nuestro hacer profesional puede marcar la diferencia no sólo en nuestro rendimiento (mejorado), sino también en la satisfacción con la tarea, incrementando nuestra sensación de flow. Mihály Csíkszentmihályi caracteriza esta sensación, casi de gozo, como un “enganche” con la tarea tan intenso que incluso postergamos acciones como comer o dormir, absortos en seguir con nuestra actividad. Para sostener este fluir, contar con feedback claro y frecuente -como el reconocimiento social- es clave.

Si efectivamente lograr reconocimiento profesional de nuestro entorno es tan positivo, ¿qué podemos hacer para conseguirlo? Algo muy sencillo: darlo. Reconocer y ser reconocido son comportamientos sociales que, como otros tantos, funcionan en espejo: tanto das, tanto recibes. No sólo desde una perspectiva cuantitativa. También la calidad del reconocimiento recibido se equipara a la del ofrecido. Por tanto, si queremos recibir reconocimiento continuo, démoslo frecuentemente a otros. Si queremos que además sea de calidad, hagamos un buen ejercicio de reconocimiento en cada acto.

¿QUÉ DEBEMOS TENER EN CUENTA PARA DAR RECONOCIMIENTOS DE CALIDAD?

La inmediatez es importante. Reconocer un comportamiento después de que hayan pasado horas o días hace que se pierda mucho de su efecto “feedback”. Lo ideal es que sea contingente, lo más cercano posible al hecho que estamos reconociendo, para no perder “valor”. Esta inmediatez ha de conjugarse con la oportunidad, valorando la idoneidad del momento.

La precisión, junto con la autenticidad, es también muy relevante. Evitar generalidades o frases hechas es esencial (“qué buen trabajo”). Frente a esto, concretar a qué nos referimos aportando evidencias es mucho más valioso para la persona reconocida; ¿cómo? con un mensaje realista, expresado en tono positivo. En este sentido, personalizar el mensaje con elementos genuinos, propios del “reconocido”, ayuda a incrementar el impacto.

Agradecer también es importante. Más allá de aportar al otro el dato de lo valioso de su conducta, dar un agradecimiento sincero añade un tinte emocional que hace más fluida la relación y multiplica su impacto motivacional.

Narrar, haciéndolo visual. Me refiero a expresarlo con un estilo cercano, comprensible y atractivo, a modo de storytelling, más que a una sucesión de evidencias o datos planos, fríos o inconexos.

Por último, una referencia al carácter social del reconocimiento del que aquí hablamos. Su ejercicio en el día a día mejora claramente muchos aspectos relacionales de una organización: incrementa la escucha y la colaboración, mejora el clima social y la calidad de las interacciones, alimentando la vinculación y el orgullo de pertenencia de los empleados con la firma. Así, contar con una cultura de reconocimiento hoy es un hecho diferencial de muchas compañías best-in-class, según se señala en estudios recientes.

FUENTE: Blog Bravo.


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