Los nuevos servicios

Maite Sáenz25 mayo 20149min
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En 1910 los productos agrícolas representaban cerca del 70% del comercio internacional, mientras que ahora no llegan siquiera a un 15%. Después de la II Guerra Mundial, la agricultura empleaba a más de un 25% de los trabajadores y generaba más de un 20% del producto nacional; actualmente emplea al 3% de la fuerza de trabajo y aporta un 5% al PIB.

Similar retroceso puede observarse hoy en el sector industrial. Los precios de productos manufacturados han ido bajando desde la década de los sesenta al ritmo de más de un 1% anual. El precio relativo actual de un automóvil, comparado con el de hace 30 años, se ha reducido en un 40%; y lo mismo sucede con los precios relativos de la mayoría de los productos manufacturados. Sin embargo, el precio de nuevos servicios básicos, como la educación o la sanidad, es tres o cuatro veces superior a la inflación. En el mismo sentido, el poder de compra de artículos manufacturados es quizá una cuarta parte de lo que fuera hace 30 ó 40 años.

El consumo también se está modificando, en una economía mundial en la que la demanda, mucho más compleja y diversificada que antaño, asume el principal protagonismo. Nuestro propio presupuesto familiar es un claro ejemplo: ¿cuánto gastamos hoy en la educación de nuestros hijos, seguro sanitario privado, comunicación (teléfonos móviles, ADSL, Internet), ocio y entretenimiento (viajes, espectáculos, gastronomía), deportes, gimnasios, etc., y cuánto gastaba una familia como la nuestra hace 20 ó 30 años? Es evidente que hemos incrementado notablemente la proporción de consumo de servicios en detrimento de productos manufacturados.

La organización científica del trabajo del viejo Taylor, los principios de organización del trabajo de Fayol, así como la cadena de montaje de Ford y la estructura multidivisión de Sloan, entre otros avances, hicieron que desde la década de los cuarenta la industria haya triplicado su producción, pero –como ya hemos señalado– los precios relativos de los productos han caído vertiginosamente. En la misma dirección, los costes laborales de la industria también han descendido, ya que han pasado a representar el 13 ó 14%, cuando hace unos 30 años representaban más del 30%. Quizá haya influido el hecho de que, por ejemplo y solo en Estados Unidos, el empleo en la industria apenas suponga ya el 17% de la fuerza de trabajo, cuando en 1950 era más del doble. Se prevé que la industria continúe aumentando su producción; sin embargo, el empleo industrial apenas representará un tímido 10%, que unido al 2-3% de la agricultura no sumará ni un 13% de la población trabajadora; el resto, entre un 86 y un 87%, trabajará en el sector de servicios.

SECTORES CON FUTURO

Los cambios cualitativos en el mercado de trabajo hacen que la educación profesional continua de adultos sea probablemente uno de los sectores con más potencial de crecimiento en los próximos años; aunque es de esperar que gran parte de esta formación se transmita de manera distinta a la tradicional, puesto que mucha de ella se hará online.

Otro tanto ocurre con un sector que en Estados Unidos ya supone más del 14% del PIB: el de cuidados y asistencia a personas disminuidas y/o mayores. También en España el envejecimiento de la sociedad viene asociado a un proporcional aumento de personas con necesidad de asistencia. Nuestro país es el séptimo país del mundo con población más envejecida. Si no cambia la evolución demográfica, en 2050 el 44% de nuestra población será mayor de 60 años. En la actualidad el problema de la dependencia afecta a más de 3,5 millones de personas y a más de 8 millones de familias. Según el Libro verde de la dependencia en España, en el que se incluyen índices de esperanza de vida y de discapacidad del que se infieren que los varones pasarán, como media, 6,8 años de su vida en situación de discapacidad y las mujeres, 10,2 años. En lo que se refiere a la edad, el 32% de las personas mayores de 65 años tienen alguna discapacidad, mientras que en los menores de esta edad esta proporción no llega al 5%.

La esperanza de vida ha aumentado enormemente los últimos años, pero este gran avance hace que mucha gente necesite ayuda para tener una cierta calidad de vida. Es previsible que esta demanda siga aumentando en los próximos lustros, intensificada por las consecuencias que sobre la prolongación de la vida humana tendrá la medicina genética, y también por la casi segura imposibilidad financiera de que los Estados puedan incrementar sus servicios en materia de seguridad y asistencia social. Actualmente se calcula que en España, si las familias no ayudaran a sus mayores, se necesitarían más de 800.000 empleos para atender a los dependientes. Según un estudio del ilustre profesor José Barea, en 2004 ya se estimaba que los recursos que se destinaban a proporcionar servicios a los dependientes alcanzaba entonces los 3.000 millones de euros al año. En 2025 el número de personas mayores será de 8,5 millones lo que representará alrededor del 25% de la población y el gasto rebasará el 2% del PIB.

Los cambios culturales y sociales también están detrás de la recomposición de la estructura del gasto en otros segmentos de servicios, cuya oferta se ha multiplicado exponencialmente para satisfacer demandas hasta hace poco inimaginables El culto al cuerpo, la importancia de la imagen y la necesidad de sentirse bien y gustarse a uno mismo y a los demás han generado una enorme demanda de productos de belleza y de procedimientos que ayudan al individuo a estar “en forma”. En este sentido, la proliferación de gimnasios y salas de fitness es enorme y el volumen de negocio que están generando es astronómico.

Un hedonismo de nuevo cuño se abre campo en los hábitos de consumo, propiciando la aparición de nuevas y exitosas iniciativas empresariales incluso en sectores considerados tradicionales, como el de los productos primarios. Un ejemplo concreto en el de los productos alimenticios primarios podría ser el de las piscifactorías. Hace 30 años el consumo de algunas variedades de pescados era un lujo solo al alcance de bolsillos adinerados; hoy, la eclosión de las piscicultura ha hecho que determinadas especies (salmón, trucha, rodaballo, lubina y dorada) estén al alcance de la mayoría de los ciudadanos, a través de una producción que en un 80% proviene de la crianza en piscifactorías a gran escala. Lo mismo ocurre con las verduras y frutas, hoy disponibles en cualquier época del año con independencia de la estacionalidad y a bajo precio gracias al cultivo intensivo en invernaderos.

Pero sin duda, el principal generador de nuevos de servicios, está a caballo entre lo virtual y real y nos encontraremos con expertos en analítica web y usability, arquitectos de información, asesores de marketing online… (no les menciono los servicios proporcionados por el wiki writer, el trafficker o el agro chef, por poner solo algún ejemplo), lo que hará que los servicios representantes de la época agrícola sean solo testimoniales.

José Manuel Casado, Presidente de 2.C Consulting.

 


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