Comunicación. Una nueva perspectiva

Maite Sáenz21 abril 20148min
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Observando a los niños vemos que su comunicación es directa, honesta y transparente. No genera dudas, todos sabemos lo que quieren decir y qué objetivo intentan conseguir cuando se comunican con nosotros.

Qué ocurre, por el contrario, en las empresas. Si habláramos de comunicación honesta y transparente probablemente no la veríamos en la mayoría de las compañías. La pregunta será, por tanto, ¿es necesario conseguir este tipo de comunicación entre los miembros de un mismo equipo, departamento o incluso la organización en su totalidad? La respuesta más evidente será sí, pero, ¿cómo lo hacemos?

Fijémonos en lo que hacen los niños antes de ser condicionados por los adultos, para así descubrir aquello que nosotros también tuvimos y que en el entorno empresarial hemos decidido olvidar, en demasiadas ocasiones.

Los niños
– No necesitan el lenguaje para transmitir todo aquello que nos quieren decir. Su lenguaje corporal nos indica claramente lo que necesitan de nosotros y la emoción en la que se encuentran por no tener satisfecha esa necesidad.

Los adultos en las empresas
– Transmitimos la mayor parte de lo que queremos indicar a través de nuestro lenguaje. No somos conscientes de la corporalidad de la otra persona y de la emoción desde la que nos lo transmite. Incluso cuando somos conscientes, rara vez cambiamos nuestra estrategia para conseguir entender al otro.

Los niños
– Aunque su lenguaje pueda ser considerado básico, es sincero, directo al objetivo y estructurado de manera que casi todo el mundo pueda entenderlo.

Los adultos en las empresas
– Rara vez conversamos sinceramente con las personas de nuestro alrededor. Hay una serie de códigos supuestamente establecidos que implican una serie de “máscaras” con las que nos mostramos a los demás. Esto hace que nos alejemos de ellos, en vez de encontrar puntos en común a través de esa honestidad para transmitir lo que necesitamos.

Los niños
– Saben lo que quieren y lo comunican con confianza.

Los adultos en las empresas
– Muchas veces sabemos lo que queremos, pero, ¿nos atrevemos a comunicarlo? En la mayoría de las ocasiones y, por diferentes motivos, la respuesta es no. En ese no comunicar nuestros objetivos, expectativas y aspiraciones, nos perdemos oportunidades de darnos a conocer y sobre todo, de recibir un feedback que incluso si no estamos de acuerdo con él, nos ayudará a entender cómo otras personas nos perciben.

Los niños
– Aunque ellos no sean conscientes del todo, sí que usan estrategias para generar emociones en los adultos para que éstos hagan aquello que necesitan de ellos.

Los adultos en las empresas
– Muchos de nosotros no nos damos cuenta de las emociones que generamos en los demás. Cada vez que yo con mi comunicación genero algo negativo en el otro, será más difícil que esa persona dé lo mejor de sí misma, posiblemente será todo lo contrario.

Los niños
– Los niños no dudan ni se dejan llevar por un diálogo interno que les limite.

Los adultos en las empresas
– El diálogo interno que tenemos con nosotros mismos es muchas veces la causa de que no digamos aquello que queremos o necesitamos decir. Pensamos más en la imagen que debemos de dar, que en crear un espacio para la comunicación con la otra persona. Esto hace que acabemos limitándonos y creando cierta frustración por no habernos atrevido a ser honestos con nosotros mismos y con los demás.

Estas son algunas de las diferencias que tenemos entre nuestra comunicación cuando fuimos niños y la comunicación como adultos en las organizaciones. ¿Qué necesitamos entonces de las empresas para volver a tener esa comunicación tan poderosa?

MEJORAR LA COMUNICACIÓN EN LA EMPRESA

– La empresa debe realizar formaciones y talleres en habilidades de coaching como herramienta conversacional para la mayor parte de los empleados, pero principalmente los jefes. Esto que parece obvio todavía no es una realidad en la mayoría de las organizaciones.

– Generar espacios donde las personas se sientan escuchadas. La formación anterior permitirá que los mandos sean capaces de crear dichos espacios, puesto que la escucha es la habilidad clave de todo buen coach.

– La organización debe conocer los filtros que impiden que empleados, departamentos o unidades de negocio se comuniquen adecuadamente entre ellos. Estos filtros suelen estar relacionados con experiencias pasadas negativas y que han producido “nudos” de conflicto que hay que “desatar”. De nuevo se han de generar conversaciones que generen acciones.

– La empresa debe pedir a sus mandos la madurez suficiente como para ofrecer feedback honesto a sus equipos, donde se comunique lo positivo y negativo con el objetivo siempre de construir y mejorar.

– De igual modo, el entorno del que hablamos favorecerá que los empleados puedan ofrecer el mismo tipo de feedback hacia sus colegas o jefes cuando éste sea necesario, por razones de desarrollo de carrera o de evaluación de habilidades.

– Por último, aprovechar las vías no formales de comunicación para romper silos y espacios estancos entre diferentes grupos de personas. Situaciones donde las personas se puedan divertir, puedan mostrarse relajadas o consigan disfrutar con sus compañeros, ofrecerán ocasiones para que la comunicación fluya. La pausa para el café, una comida semanal o eventos de celebración de éxitos, son situaciones que también sacan a las personas de su rutina habitual y permiten que se traslade información relevante de manera más directa.

En definitiva, una organización que se comunica bien es aquella en la que todo ha sido creado para que no haya barreras. Igual que los espacios físicos abiertos que se utilizan en muchas compañías, la comunicación no ha de tener paredes ni barreras para que llegue a otras personas de manera eficaz y eficiente.

José Miguel Sánchez,
Socio Fundador de Talent Profits. Autor de “Poderoso como un niño”. Psicólogo Organizacional, Coach Ejecutivo y MBA.

 

 

 


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