Las empresas tienen que tener alguien que sea el máximo responsable. Alguien que marque las reglas y, sobre todo, que tome las decisiones que se necesitan. Eso es bueno, es la cara del poder; pero también deben introducir los mecanismos y procedimientos que obliguen a sus máximos ejecutivos a actuar de la forma más adecuada, porque el poder tiene también su reverso o su cruz. Como el experto McClelland señala, una de sus caras -la negativa- responde a una necesidad primitiva no socializada de ejercer un dominio sobre otros, buscando el dominio y control de los demás. Ya sabe, es algo que también hacen los animales.
Por José Manuel Casado, Socio de 2.C Consulting.