Aprendizaje internético con actitud sintópica

Maite Sáenz24 septiembre 20149min

Llevo pocas semanas en Twitter. Hace poco, siguiendo con interés a Marta Torán, accedí a información sobre la obra de Adler y Van Doren, How to read a book. Concretamente, llegué a un texto de Terry Heick, ilustrado con unos apuntes de Sacha Chua. La cosa iba, de diferentes actitudes-intenciones ante un libro. Me pareció interesante y oportuno porque, semanas antes y como jurado, había tenido que evaluar algunos libros de empresa. Además investigué sobre la destreza informacional (digital e impresa) hace unos diez años, interesado entonces por el aprendizaje permanente y la gestión del conocimiento. Sí, me sentía algo familiarizado con el asunto.

Aquello pensé, tenía que ver con la necesidad de manejarse bien con los libros, de leerlos con reserva y pensamiento crítico (muchos hay, como sabemos, abordando los mismos temas en la literatura del Management y diciendo cosas distintas), y se hablaba concretamente de tres estrategias o actitudes al leer. Se distinguía entre una lectura más bien rápida, rasante, inspectora, para llegar a una valoración inicial del libro (inspectional reading), una lectura detenida y analítica (analytical reading), y finalmente una lectura de ánimo comparativo (syntopical reading), de contraste con lo que otros autores dicen sobre el mismo tema.

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Documentándome algo más en Internet, comprobando si podía manejar en español el término sintópica para la lectura, acabé llegando a un interesante libro de la chilena Myriam Bustos Arratia. Creo que sí, que podemos hablar de lectura sintópica como aquella en que contrastamos los mensajes con los de otros autores, para llegar a conclusiones más sólidas… Pero empecemos por la lectura de inspección.

Cuando se echa un vistazo a un libro (índice, prólogo, introducción y acaso hojeado rápido en no mucho más de media hora) para saber si interesa leerlo con detenimiento, se diría que eso es una lectura de inspección. Uno puede quedarse ahí porque haya sentido algún rechazo (tema ajeno a su interés, acaso alguna frivolidad inferencial, algún asomo de impostura…) o porque le hayan surgido dudas que haya de resolver en otra ocasión.

En lectura detenida-analítica había tenido yo a lo largo de los años algunas experiencias aleccionadoras. Topé desde luego con autores que me entusiasmaron y que releo todavía, aunque también con otros pocos que, con mi particular percepción de realidades, me parecieron sospechosos. Curiosamente, de entre estos últimos, algunos gozaban empero de cierto predicamento local. Desde luego, los autores pueden tener visiones singulares de las cosas; pero nunca me ha parecido legítimo acudir a argumentos falaces para defenderlos, como tampoco abusar de boutades, acaso para llamar la atención.

Sí, en definitiva necesitamos en nuestro tiempo gran destreza cognitiva (y aun emocional), para manejarnos bien con la información que nos rodea, para sortear aprendizajes indebidos, para ponerse a salvo de la manipulación. Creo recordar que el movimiento de la destreza informacional experimentó impulso en los años 90, especialmente en las universidades y en sintonía con el emergente mantra del aprendizaje permanente. Luego se extendió el uso de Internet y se hizo aún más necesaria esta habilidad, que se sumaba a la precisa para manejarse con soltura en el entorno digital.

Me gusta distinguir entre destreza informacional y destreza informática o digital, porque, en lo referido a la información, diría que la primera apunta más a significados y la segunda, más a acceder a significantes. Quizá el paso de significante a significado parezca inmediato a algunos, pero creo que ha de cuidarse la traducción de información a conocimiento. Diríase, por una parte, que nuestros modelos mentales pueden empujarnos a falsas interpretaciones, y por otra, que la calidad de la información resulta muy desigual (como también la intención de los autores).

Las reflexiones siguientes, ya sobre la syntopical reading (la de contraste de los mensajes), serían de aplicación tanto a la información digital como al soporte impreso. Cuando se busca información sobre un tema determinado, uno habría de consultar diferentes libros y artículos; por ello podría resultar a veces más cómodo indagar en Internet, contrastando la información en diferentes páginas web.

Con tal propósito, uno habría de llegar en verdad a este ciberespacio con sensible actitud sintópica y en condición de informacionalmente diestro; pero tratemos de ser ya más específicos con la aludida destreza informacional que, si el lector asiente, vendría a suponer básicamente lo siguiente:

– Ser bien consciente de lo que ya se sabe y de lo que se busca.
– Contar con soltura informática-internética.
– Desplegar estrategia indagadora, sagacidad y tenacidad.
– Filtrar contenidos hallados, mediante una cuidada inspección.
– Atender paralelamente a casuales (serendípicos) hallazgos de interés.
– Pasar a las fases analítica y sintópica (de comparación, contraste).
– Sintetizar-consolidar debidamente la respuesta que buscábamos.
– Establecer oportunas y enriquecedoras conexiones.
– Generar acertadas inferencias y aun abstracciones.
– Quedar en situación de poder aplicar bien el conocimiento adquirido.

Habría que insistir en la necesidad de cuestionar lo encontrado y contrastar sintópicamente la información, antes de consolidar el conocimiento (y desde luego antes de difundirlo). Por otra parte, he querido añadir los hallazgos paralelos, porque he tenido buenas experiencias al respecto: podemos topar ciertamente con informaciones de alto interés, al margen de lo que buscamos. Pero despleguemos ahora otra reflexión sobre el aprendizaje internético…

Algún lector echará de menos aquí el término “e-learning”. Sí, puede hablarse obviamente de e-learning, aunque el término se viene asociando a cursos on line, cuya eficiencia didáctica general se ha venido poniendo en cuestión durante muchos años. Sin duda se han orquestado cursos interactivos de alta efectividad, cuya existencia hemos de celebrar; pero también hemos conocido algunos aparentemente diseñados por personas ajenas a los temas tratados, que habrían hecho una recomposición de formato de la información técnica disponible, no siempre excelente. En estos casos, el resultado puede hacer recordar los libros traducidos por personas con insuficiente conocimiento de la materia abordada…; de hecho y por ejemplo, hasta llegué a ver en un curso de e-learning “factores del suceso crítico” por “factores críticos de éxito” (critical success factors).

No, no creo que nadie pueda enseñar lo que no sabe, por muy buen tecnólogo o pedagogo que sea. En mi propia experiencia de guionista de cursos interactivos para e-learning (comencé en la etapa off line, allá por los años 80 y manejando herramientas de autor), vi cómo en ocasiones la producción hacía perder valor didáctico a gráficos y textos de los guiones, incluso habiendo sido elaborado éstos por los profesores naturales de los temas. Me dicen que la calidad está mejorando sensiblemente y lo celebraría.

Pero cerremos la digresión y volvamos a la información general y abierta de Internet, gran plataforma esta para el aprendizaje que podemos denominar internético. En realidad, solo para insistir finalmente en la importancia de la destreza informacional y, sobre todo, en que habría de ser sintópica nuestra actitud en la navegación-indagación. En efecto, antes de aplicar o difundir el conocimiento adquirido, habríamos de asegurarnos de no hacer falsos (erróneos) aprendizajes.

José Enebral Fernández, experto en modelos de aprendizaje y formación.

 

Un comentario

  • MARIA EUGENIA

    6 noviembre 2018 at 21:32

    GRACIAS…..!
    INTERESANTÍSIMO……!

Comentarios cerrados


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