Maite Sáenz25 junio 20148min

 

¿Quién no recuerda la hermosa película de Peter Weir “El Club de los Poetas Muertos”?, ¿alguien se ha olvidado del profesor John Keating que, magníficamente interpretado por un sensacional Robin Williams, revolucionó con sus métodos de enseñanza en solo días los pilares educativos del famoso y prestigioso colegio Welton?, ¿les llamaba la atención el método de formación utilizado por la mayoría de los profesores del colegio?, ¿cómo era el papel del alumno?, ¿cómo se producía la transmisión de conocimientos?, ¿se acuerdan del papel de la memorización? Solo se aprendía a base de repetir, repetir, ¿recuerdan cómo hemos aprendido la tabla de multiplicar nosotros mismos?

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Esta maravillosa película nos muestra la fórmula principal que utilizaba alrededor de los cincuenta el sistema educativo, y que en gran parte sigue igual de vigente hoy en día, para preparar a los que el día de mañana, llevarán las riendas de la sociedad; pero además resulta que éste es también el modelo imperante de la formación en las empresas. No hay grandes diferencias. La forma de crear, impartir y evaluar la formación actual en la organización, es consecuencia de una serie de factores que tienen su base en la Revolución Industrial del pasado siglo. Personalmente estoy convencido de que modelo está periclitado.

¿Cree usted que este modelo es el más eficaz? Qué sitúa al estudiante, o al asistente a los cursos presenciales al final del proceso. La formación es el fin, el profesor o facilitador es el rey, los cursos sólo están disponibles cuando se imparten, la formación es exactamente igual para todos los asistentes que siguen el curso, el aula o la sala es imprescindible, la evaluación suele basarse en la demostración de la asimilación de los contenidos, y esto no siempre es así. Hay empresas que no tienen siquiera el valor de hacerlo ni en el “test de sonrisa” (“te ha gustado el curso, los contenidos, el formador, la comida, etc”).

¿Tiene usted hijos en edad escolar? Pregúnteles su opinión sobre la formación que reciben. Interrógueles sobre el método de siguen en la escuela. Yo lo he hecho y de manera ilustrativa me han demostrado que sirve para poco más que para llenar la memoria de recuerdos. Permítame amigo lector que le cuente. Hace unos años y teniendo que impartir una conferencia sobre formación y educación en la empresa en la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas), mientras estábamos compartiendo un refresco en la terraza de un bar y con el ánimo de enriquecer mí discurso, pregunté a mis hijos: ¿qué opináis sobre cómo aprendéis en el colegio? Mis hijos me respondieron:

– Vamos a explicártelo de tal forma que hasta tú, puedas entenderlo.
– Mira, me explicaron, piensa en una pizarra blanca tipo Velleda. Imagínate que está limpia y que comenzamos el curso escolar. Ahora piensa en una semana normal de exámenes. Un día nos mandan estudiar ciencias naturales, intenta asociar a esa asignatura un color, por ejemplo el verde, y tu pizarra blanca se colorea de verde, al día siguiente, te van examinar de matemáticas, a esta materia le damos otro color por ejemplo, azul. El color verde comienza a mezclarse con el azul. Al día siguiente tienes que estudiar ciencias sociales y a esta materia la asignamos el color rojo, luego a otra asignatura el amarillo, y así con el resto, cuando acaba la semana tienes un “popurrí” que no te acuerdas claramente de nada. Imagínate cómo está nuestra pizarra mental (memoria) repleta de colores indefinidos y mezclados y de los que te queda sólo un vago recuerdo.
– ¿Y qué significan las vacaciones en este modelo?, les contra pregunté
– Coge la esponja y borra la pizarra. Cuando vuelves a comenzar el curso la pizarra vuelve a estar casi limpia; casi blanca; prácticamente sin nada.

Ustedes dirán, esto es como funciona el sistema educativo; pero la formación en la empresa, actualmente y en un gran número de caso, no funciona de manera muy distinta. La formación presencial como única fórmula solo provee de un poco de información que el tiempo, como una esponja en una pizarra Velleda, termina depreciando y haciendo olvidar.

Continuemos hablando de películas y comparemos la anterior con otra más moderna, ¿han visto Matrix de los hermanos Wachowski?, ¿recuerdan la escena en la que Neo (Keanu Reeves) y Triniti (Carrie Ann-Moss) están en un azotea y tienen que tomar un helicóptero, pero ninguno de ellos ha pilotado nunca uno y Triniti dice al operador: “necesito un curso para pilotar un helicóptero B212”. El operador lee el CD y transmite a Triniti el contenido del curso telepáticamente y al momento, inmediatamente ésta comienza a pilotar el helicóptero.

En este caso el desempeño es el fin, el alumno o estudiante está al principio del proceso formativo y es el rey, no hace falta aula ninguna, la capacitación, el sitio en el que se recibe la formación, puede ser perfectamente en una azotea (o cualquier otro sitio que podamos imaginarnos), se produce justo cuando se necesita y en la cantidad que el alumno requiere, los contenidos están actualizados y la formación se produce online.

Ni una cosa ni la otra. Lo ideal en estos momentos es utilizar un método mixto, conjugando el entrenamiento presencial con la formación online y la gamificación. Aprovechar los avances tecnológicos y las redes sociales para garantizar el social learning y basar nuestros diseños instruccionales en principios de aprendizaje de adultos para configurar una metodología blended learning que garanticen el fomento de competencias

Para la parte de formación online, aquella que sus profesionales siguen a través del ordenador, siempre que sus colectivos sean amplios y críticos para sus negocios, utilice el enfoque de Performance Simulation. Estos simuladores de negocios, sus principios también se basan en cómo aprenden los pilotos a manejar un avión, sitúan al aprendiz en una situación simulada del negocio, toman decisiones, se equivocan y comprueban cómo sus errores afectan al resultado final de su empresa. Luz, sonido, vídeo e información son tratados de forma inteligente y atractiva para desarrollar una formación de cine; una formación que aprovecha lo mejor de ambos modelos de las películas que hemos puestos como ejemplos y que generan una mejora rápida de las competencias de los profesionales, ya que se consigue la atención y motivación externa necesarias para garantizar el aprendizaje.

No lo dude, convertir la formación de su empresa en un espectáculo, en una formación “de película”, depende fundamentalmente de que usted quiera hacerlo.

José Manuel Casado González, Presidente de 2.C Consulting.

 


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