“Si conseguimos que los empleados de todos los niveles se impliquen y adopten de manera efectiva lo aprendido, mejoraremos los ingresos, los costes y la calidad en la gestión de forma sustancial y sostenida en el tiempo”, asegura José Luis Cortina, presidente de Neovantas.
Cada vez más compañías se interesan por la formación y desarrollo de sus empleados, como una estrategia de mejora y crecimiento de sus empresas. Las empresas son conscientes de que la comunicación interna y la orientación al cliente brinda una información muy valiosa que permite conocer las necesidades, opiniones y satisfacción del consumidor, pero también del empleado.
Desde Neovantas enumeran tres pautas para que, a través de la formación de los trabajadores, se logren resultados óptimos:
- La formación ha de impartirse en todas las áreas clave del negocio. Comercial, producción, marketing, atención al cliente… La formación tiene que alcanzar todas las áreas clave de la empresa pero ha de ser personificada, es decir, diferente según el desarrollo profesional del individuo y del departamento. «Por ejemplo, en el caso de las redes de ventas, los comerciales reciben exactamente la información que requieren después de haber sido analizadas sus actuaciones, los resultados obtenidos e identificadas sus fortalezas y debilidades», matiza José Cortina.
- La formación debe llegar a todos los niveles organizativos. Desde la alta dirección hasta el nuevo operador contratado. Además, es fundamental que el saber aprendido sea compartido. Hay recordar que la formación tiene el objetivo de cambiar la forma en la que la empresa realiza su actividad, no para almacenar conocimientos.
- Promover la gestión reactiva y proactiva en toda la compañía. La empresa debe actuar de forma reactiva con acciones que corrijan las desviaciones de los objetivos fijados; así como de forma proactiva, anticipándose a posibles hechos que pudieran ocurrir en un futuro y que incumplieran los planes previstos.