Actualmente estamos viviendo la cuarta revolución industrial, la revolución de los datos. Cuando nos referimos a datos surgen tres ejes: sensores: cada vez hay más sensores en más sitios. El segundo eje es el almacenamiento masivo de esos datos. Hoy desde la nube podemos acceder y almacenar a muy bajo costo los datos. El tercero es la inteligencia artificial: capaz extraer información casi mejor que el del cerebro humano de los datos. Gran parte de la resolución de problemas en las empresas y sociedad desemboca en la gestión y administración masiva de datos, el big data.
Cuando analizamos la cantidad y evolución de horas de trabajo de datos históricos podemos ver que las revoluciones industriales han supuesto una disminución en la cantidad horas de trabajo. En el caso de Reino Unido 1785 se trabajaba 62 horas por semana, con una productividad de 1,29 dólares por persona. En 1950 había descendido a 40 horas con una productividad de 7,86 dólares y en el año 2000 unas 30 horas con una productividad de 28,71 dólares.
Si analizamos esto junto con los cambios generacionales y la evolución de la relación de las personas entorno al empleo, la palabra que más resuena es bienestar. Esto se debe, principalmente, al cambio del ecosistema que impacta tanto a la producción, comercialización y administración de los procesos, que, aunque parecen puntos aislados, deben estar conectados e integrados unos con otros.
En paralelo a esto, los cambios generacionales siguen evolucionando cada vez más rápido. La pregunta es, ¿están las generaciones evolucionando más rápido que las revoluciones industriales?, ¿tiene esto un impacto positivo para la quinta revolución industrial?
Las empresas deben entender si sus políticas laborales están hoy a la altura de los cambios generacionales y de la Cuarta Revolución industrial. Igual que nuestros teléfonos o computadoras actualizan su sistema operativo con mayor frecuencia, desde las organizaciones deberíamos actuar rápidamente.
El gran dilema de la automatización es, en gran parte, un desafío de adaptarse rápido a los cambios, porque lo que si está sucediendo y sucederá con más frecuencia es que tenemos que trabajar en conjunto: personas y robots. Esto crea un nuevo lenguaje persona-robot en el cual el entendimiento entre estos hará un trabajo sumamente productivo logrando grandes resultados. Si esto no sucede, tendremos una gran grieta en el lenguaje laboral.
El 47% de los puestos de trabajo del mundo hoy en día pueden desaparecer en el curso de los próximos 10 a 20 años, debido a los procesos de automatización y digitalización. Desde el punto de vista del empleo, será más perjudicial para la persona que carezca de competencias laborales afines a la digitalización. Por otro lado, aparecerán nuevas profesiones. Las entidades educativas, gobiernos, organismos internacionales es trabajar en los conceptos de: Educación, Competencias y Empleo.
Las personas deberán contar con las competencias personales y profesionales adecuadas con conocimientos multidisciplinarios. El rol de las empresas será clave, deberán promover la alfabetización digital y asumir programas de formación continua para sus empleados. Por otro lado, es necesaria la formación de nuevos perfiles profesionales para responder a la demanda de los próximos años.
En referencia al empleo, la clave actual dentro de la Cuarta Revolución Industrial no radica en la aparición de varios cientos de nuevos puestos de trabajo, sino en que una gran parte de los ya existentes evolucionen. El trabajador requiere un dominio avanzado de ciertas habilidades y competencias para poder abordarlos con destreza e imaginación. No estamos hablando de un nuevo paradigma, sino de un paradigma que viene evolucionando hace cientos y cientos de años.
Al margen, debemos entender que estas revoluciones son siempre humanas. Y aquí volvemos al punto cero, la importancia del talento de las personas y la importancia de los humanos para continuar con la evolución. Un ser humano supera a los robots en dos grandes formas: tenemos curiosidad y pensamos con el corazón, creamos emoción y arte. El ser humano tiene la capacidad de integrar el escepticismo con su ingenuidad, la razón y la emoción, la inteligencia con la intuición.
Tenemos que buscar y encontrar la evolución constante siendo humildes, proactivos y entender las reglas del juego que, ya estamos jugando.