Reducción del absentismo a través de la gestión de la enfermedad común

Maite Sáenz18 enero 20119min

Iñaki Larraya,
Analista Emysalud.
  Las estrategias de gestión de la salud deben estar orientadas tanto a la reducción de la incidencia de nuevas bajas como a la disminución de su duración. El absentismo tiene múltiples causas, si bien los problemas de salud acumulan el 68% de las mismas. La enfermedad común es la principal fuente de absentismo y de sus costes asociados, por lo que una adecuada gestión por parte de la empresa puede convertirse en una interesante oportunidad para la reducción de costes. Pero la pregunta es ¿cómo hacerlo? ¿por dónde empezar? A continuación se muestra un análisis del absentismo por enfermedad común que pretende ser una primera aproximación al problema.

■ Enfermedad común: 56%.
■ Accidente de trabajo y enfermedad profesional: 12%.
■ Licencias y permisos: 23%.
■ Otras causas: 5%.
En un primer enfoque se va a analizar la tipología de las bajas en cuanto a su duración. Se ha establecido como criterio para la selección de los tramos de duración el cambio en la prestación económica por incapacidad temporal. De este modo surgen los cuatro tramos recogidos en la tabla 1 .

Tabla 1: Tramos de análisis según cambios en la prestación económica.
De 0 a 3 días: La empresa está obligada a pagar únicamente la seguridad social.
De 4 a 15 días: La empresa paga el 60% de la base reguladora por CC y la SS.
De 16 a 20 días: El INSS paga el 60% de la base reguladora por CC y la empresa la SS.
Más de 20 días: El INSS paga el 75% de la base reguladora por CC y la empresa la SS.

En la tabla 2 se muestran el porcentaje del número de bajas, así como las jornadas perdidas que concentran cada tramo.

Tabla 2: Porcentaje de número de bajas y jornadas perdidas por tramo de duración.

Tramo de duración Porcentaje de bajas Porcentaje de jornadas perdidas
Bajas 0-3 días 40% 3%
Bajas 4-15 días 36% 10%
Bajas 16-20 días 3% 2%
Bajas de más de 20 días 21% 85%
TOTAL 100,0% 100,0%

Fuente: Emysalud, 2011.

Se puede comprobar cómo, si bien las bajas de menos de 15 días generan el 76% del número de bajas, acumulan el 13% de las jornadas perdidas. Este tipo de bajas añaden además un mayor nivel de costes indirectos debido a la complejidad organizativa y a la necesidad de mantener un exceso de capacidad para poder absorber las ausencias imprevistas.

Por otro lado, si nos fijamos en las bajas de más de 20 días, suponen alrededor del 21% del número total de bajas pero son las causantes del 85% de las jornadas perdidas. Este tipo de bajas tienen también asociados una serie de costes relacionados con la reincoporación al puesto de trabajo después de un periodo prolongado de inactividad.

Este primer análisis hace pensar que cualquier estrategia de reducción de los costes generados por el absentismo debe contemplar acciones orientadas tanto a disminuir la aparición de nuevas bajas como a reducir su duración una vez que han sido generadas.

El segundo análisis tiene un enfoque etiológico, con el fin de conocer cuáles son las enfermedades que más afectan a la incidencia y la duración de las bajas. En la tabla 3 se muestran los aparatos del cuerpo humano más prevalentes e incapacitantes.

Tabla 3: Porcentaje de bajas y jornadas perdidas generadas por aparato.

Aparato Porcentaje de bajas Porcentaje de jornadas perdidas
Locomotor 25,4% 43,1%
Digestivo 21,5% 8,3%
Respiratorio 18,2% 4,8%
Psicológico 3,3% 7,4%
Cardiovascular 0,7% 3,0%

Fuente: Emysalud, 2011.

Se puede observar cómo el aparato locomotor es el mayor generador de bajas y sobre todo de incapacidad en los trabajadores. Parece lógico pensar que todo plan de gestión del absentismo debe contemplar la puesta en marcha de una estrategia preventiva de aparato locomotor, que considere tanto los factores laborales como personales de riesgo, estratifique por grupos, y establezca actuaciones preventivas en el entorno de trabajo y sobre el propio trabajador. Cabe destacar en este sentido que diversos estudios independientes han demostrado que determinadas estrategias preventivas generan una disminución promedio del 65% de jornadas por lumbalgias en un año.

Los aparatos digestivo y respiratorio son los siguientes en cuanto a incidencia de nuevas bajas si bien no provocan bajas muy largas, por lo que su impacto en el porcentaje de jornadas perdidas es moderado.

Los procesos derivados de estrés, ansiedad y depresión (aparato psicológico) tienen una influencia que puede considerarse como baja en la provocación de nuevos procesos, aunque estos son generalmente largos ya que acaban manifestándose como cuadros ansioso-depresivos que requieren de tiempo para ser reconducidos. Es de destacar la tendencia ascendente de este tipo de patologías en los últimos años. El Eurobarómetro 2010 evidenció que el 17% de los encuestados buscaron ayuda por problemas de salud mental en los 12 meses previos a la encuesta, mientras que a esta pregunta 4 años antes sólo respondían afirmativamente el 10%.

En cuanto al aparato cardiovascular, tiene un impacto bajo en el cómputo de nuevas bajas, si bien cuando éstas ocurren son de una gravedad alta por lo que imputan un gran número de jornadas perdidas. La población adulta expuesta a riesgo cardiovascular es elevada: tabaquismo 34%, hipertensión 35%, hipercolesterolemia 50%, obesidad 14%, sedentarismo 45%, diabetes 6%, sin contar los casos infradiagnosticados, por lo que hay un importante potencial de mejora si se reduce el nivel de riesgo a través de la prevención.

CONCLUSIONES

■ Alrededor del 68% de las causas de absentismo tienen que ver con la salud, por lo que cualquier plan de control del mismo debe contemplar su gestión como un elemento prioritario.
■ Las estrategias de gestión de la salud deben estar orientadas tanto a la reducción de la incidencia de nuevas bajas como a la disminución de su duración.
■ Todo plan de gestión del absentismo debe contemplar la puesta en marcha de una estrategia específica para el aparato locomotor que considere tanto los factores laborales como personales de riesgo, estratifique por grupos y establezca actuaciones preventivas, no sólo en el entorno de trabajo, sino sobre el propio trabajador.
■ Deben aplicarse también acciones preventivas que contemplen la estratificación por grupos de riesgo, el diagnóstico precoz de certeza y de gravedad, y el tratamiento precoz que se anticipe a la evolución natural de patologías de origen psicológico y cardiovascular.


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