Los valores del deporte aplicados a la cultura de empresa

Redacción8 noviembre 20176min

El deporte es sinónimo de compromiso, trabajo en equipo, responsabilidad, esfuerzo, sacrificio, constancia, respeto, humildad, espíritu de superación, autoconocimiento, perseverancia, convivencia, obediencia y cuidado de la salud. Unos valores que sumados a los de la justicia, la prudencia, la templanza y la fortaleza se asocian al deporte entendido como un medio para seguir mejorando. Pero el deporte como tal no educa en valores, todo depende de la utilización que se hace de él. Es importante diferenciar entre el deporte entendido como un juego en el que ganar es el único fin y en el que hay que derrotar al otro como sea, del deporte como herramienta para seguir mejorando, donde perder no es importante y la derrota se utiliza como medio para trabajar los valores.

A través del deporte aprendemos a enfrentarnos a nuestros miedos e inseguridades para empezar a tomar las riendas de nuestra vida y nos comprometemos con nuestro entrenamiento físico y emocional. El deporte es la mejor muestra de que todos albergamos en nuestro interior cualidades, habilidades y competencias que podemos entrenar para convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.

El secreto en el deporte y también en la empresa es trabajar duro y la clave es la pasión. La fábula de los picapedreros lo ilustra claramente: en la Europa de la Edad Media, uno de los trabajos más sufridos era el de los picapedreros que esculpían las piedras que luego conformarían catedrales y palacios. Preguntados por su trabajo, un primero responde “Pico piedras, no me pagan mal del todo”. A la misma pregunta, un segundo afirma “Me pagan a tanto la pieza, y como soy el más rápido, me gano también un sobresueldo”. Finalmente, un tercero responde “Estamos construyendo una catedral”. En la cantera algunos trabajan por un sueldo, otros por el reto de superar sus objetivos, y el resto están orgullosos de saberse constructores de catedrales.

La actitud frente al trabajo depende de nosotros mismos. En este sentido actualmente en las empresas nos podemos encontrar con empleados “zombies”, que son aquellos que sólo ven problemas en todo y que nunca son culpables de nada. Se les distingue porque acuden arrastrando los pies a un trabajo que sienten que les quita la vida poco a poco pero al que no pueden renunciar. Lo peor es que los empleados “zombies”, que muchas veces han sido infectados por sus propios jefes, tienden a contagiar esta misma enfermedad a su entorno, ya sean compañeros jóvenes aún no contaminados o incluso a su propia familia.

En las organizaciones también es fácil observar “actitudes robot” por parte de empleados que tienen como principal lema el “hago lo que me dicen”. Pueden hacer bien su trabajo pero no suelen contribuir a que la empresa evolucione.

Frente a estas dos actitudes, la que cualquier empresa necesita de sus empleados es la del compromiso y el positivismo. Personas que no tengan miedo a equivocarse y que avancen disfrutando. Porque para tener éxito hay que disfrutar y esa actitud positiva es la que ayuda en los momentos difíciles.

Para conseguir la automotivación del equipo de una empresa, sus directivos deben dar ejemplo con una serie de habilidades indispensables para que un proyecto tenga éxito. La primera es la pasión. Pasión por la estrategia para reinventarse constantemente y construir nuevas ventajas competitivas. Pasión por los clientes para ponerles en el centro de la organización. Y pasión para que todos los empleados compartan la estrategia y los objetivos de la empresa. En segundo lugar debe tener curiosidad por conocer y experimentar, por conocer las fortalezas y debilidades de las personas del equipo y por solicitar un feedback continuo de colaboradores, clientes y proveedores.
La valentía para innovar y adaptarse a las necesidades del momento, la humanidad para estar en todo momento en actitud de servicio y la humildad para delegar, gestionar las emociones de las personas y escuchar más.

Otras dos claves del entorno empresarial son la eficacia en la resolución de problemas y la agilidad en la construcción de un entorno mental adecuado para cada situación. Unos retos que se pueden conseguir por ejemplo con la gamificación o ludificación, un nuevo término que se usa para definir la utilización de herramientas de ocio y juegos para involucrar a las personas, motivar la acción, promover el aprendizaje y resolver problemas en el mundo empresarial. Es un camino a la mente abierta, un impulso a la creatividad. Un reto mayúsculo a la vez que imprescindible para cualquier empresa.

Como he dicho antes, para tener éxito hay que disfrutar, por lo que debemos crear un entorno adecuado en la empresa para que las personas puedan realizar su trabajo con compromiso. Y los valores que puede aportar el deporte, pueden ser un ejemplo a seguir para incorporarlos a la cultura de cualquier organización.

Escrito por José María Torres, presidente ejecutivo del Grupo Numintec


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