La crisis ha acentuado la tendencia a hacer organizaciones más baratas y también menos inteligentes. La tendencia a reducir costes sustituyendo empleados con experiencia por perfiles más jóvenes está generando una brecha de conocimiento en las compañías que sin duda pasará factura antes o después. El ejemplo del sector farmacéutico es significativo por cuanto está viviendo un desajuste forzado entre talento y edad de dimensiones preocupantes. “Se está produciendo una descapitalización del talento en muchas organizaciones por no apostar de forma decidida en aprovechar la experiencia de los profesionales más senior”. Desde Hays España, su director del área sanitaria, Sergio Hinchado, llama la atención sobre el creciente número de personas mayores de 50 años que están en procesos de búsqueda activa de trabajo y no precisamente desde la perspectiva del cambio de empresa sino de la salida del desempleo. “No estamos haciendo una transición ordenada entre generaciones en el mercado laboral y corremos el riesgo de perder experiencia y buenas prácticas por el camino”.
A juicio de este experto, el problema sobre las decisiones sobre la desvinculación radica en la inexistencia histórica de indicadores de productividad. Durante mucho tiempo no se ha medido bien el desempeño y un profesional podía permanecer en su puesto hasta su jubilación sin pasar por ningún proceso de este tipo.
Esta situación es impensable en Reino Unido o Estados Unidos. Allí las empresas ponen el foco en la experiencia y capacidades, no en la edad. Y si las empresas españolas quieren mejorar, deben cambiar de mentalidad.