El equipo áureo: Diseñando equipos que funcionan

Redacción ORH14 noviembre 20147min

Como dice un proverbio africano: «Si quieres ir rápido, ve sólo; si quieres llegar lejos, ve con otros». Sin embargo, conseguir crear equipos de alto rendimiento y sostenibles en el tiempo no es sencillo.

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El vocablo “equipo” se sigue utilizando hoy en día de forma imprecisa, donde decimos equipos quizá deberíamos decir “grupo”. En un equipo de alto rendimiento cada jugador sabe cuándo y cómo ha de participar. No obstante, en muchas ocasiones escuchamos hablar a los directivos de sus “equipos” cuando en realidad son integrantes de un grupo a los que se instruye de forma homogénea comportándose como comandantes de un pelotón o incluso viéndolos como un público objetivo al que tenemos que enviar un mensaje común.

La esencia de un equipo radica en que sus jugadores actúen de forma sincronizada y sean complementarios, en total equilibrio, creando un puzzle perfecto; algo así como encontrar el número áureo dentro de un equipo, lo que yo llamo la estructura del Equipo Áureo.

Para profundizar en esta reflexión recordemos qué es el número áureo, también denominado de oro o divino. Se trata de Phi=1,6180339227… un número irracional que se manifiesta misteriosamente en todos los elementos naturales. Es el número de oro en la ciencia y en el arte de todas las épocas, así como el papel que desempeña en la morfología de animales y plantas. Es por esta razón se encuentra que estrechamente vinculado al concepto de belleza y perfección.

La proporción áurea esconde una noción de armonía de carácter universal, Leonardo Da Vinci lo utilizó para definir las proporciones fundamentales en todas sus grandes obras, está presente en la última cena, en el rostro de la Mona Lisa y en las relaciones del Hombre de Vitrubio… y pensando en ello ¿por qué no debería estar presente también en los equipos? Imaginemos dar con la combinación adecuada de roles que logren la armonía, el rendimiento pleno y perfecto en un equipo. Para lograrlo quizá no necesitemos la geometría, pero si conocer qué roles y en qué proporción tendrían que tener los miembros de nuestros equipos para conseguir ser denominados Equipo Áureo.

¿Cuáles serían los roles que deberían estar presentes en todo equipo de alto rendimiento orientado a crear y dar grandes resultados sostenibles en el tiempo? ¿Qué hace que unos equipos triunfen y otros fracasen? El Doctor. R. Meredith Belbin realizó un estudio en la Henley Management College que duró casi diez años e identificó 9 roles complementarios entre sí, que combinados de forma adecuada, hacia posible que dicho equipo tuviera éxito en aquello que emprendiera. Creemos que estas son las bases de nuestro Equipo Áureo. Veamos cuáles son esos roles:

1. Cerebro: creativo, imaginativo, poco ortodoxo. Resuelve problemas difíciles. Sin embargo ignora los detalles y tiene dificultades para comunicarse eficazmente.

2. Investigador de Recursos: extrovertido, entusiasta, comunicativo. Busca nuevas oportunidades. Desarrolla contactos. Su debilidad es que es demasiado optimista y pierde interés una vez el entusiasmo inicial ha desaparecido.

3. Coordinador: maduro, seguro de sí mismo. Aclara los objetivos. Promueve la toma de decisiones. Delega bien. No obstante, se le puede percibir como manipulador y delega trabajo no delegable.

4. Impulsor: retador, dinámico, trabaja bien bajo presión. Tiene iniciativa y coraje para superar obstáculos. Su debilidad es que suele provocar y “ofender” los sentimientos de otras personas.

5. Monitor Evaluador: serio, perspicaz y estratega. Percibe todas las opciones. Juzga con exactitud. Sin embargo carece de iniciativa y habilidad para inspirar a otros y es percibido como demasiado crítico.

6. Cohesionador: cooperador, apacible, perceptivo y diplomático. Escucha y evita los enfrentamientos. Su debilidad es que es indeciso en situaciones cruciales y fácilmente influenciable.

7. Implementador: disciplinado, leal, conservador y eficiente. Transforma ideas en acciones. Como punto débil es que es inflexible en ocasiones y lento en dar respuesta a nuevas propuestas.

8. Finalizador: esmerado, concienzudo, ansioso. Busca los errores y las omisiones. Realiza las tareas en el plazo establecido. Su debilidad es que tiende a preocuparse en exceso y es reacio a delegar.

9. Especialista: sólo le interesa una cosa a un tiempo, cumplidor del deber. Aporta cualidades y conocimientos técnicos específicos. Sin embargo se suele explayar en tecnicismos y sólo contribuye si se considera experto en ello.

Para diseñar un equipo de proporción áurea lo primero que tenemos que tener claro es el propósito del mismo. El siguiente paso, no es, como en muchas ocasiones ocurre, nombrar al director del proyecto, sino buscar “al cerebro” del equipo y luego buscar a un director que se relacione bien con ese perfil. Después elegir al resto de integrantes del equipo. Esto, que aparentemente es aplicar mucho sentido común, no ocurre tan frecuentemente como debería.

Pero, ¿por qué no funcionan algunos equipos aunque estén compuestos de buenos profesionales? Una de las causas las encontramos en culturas corporativas propias de Impulsores o Cohesionadores, aparentemente opuestas pero que tienen mucho en común. Ambas basan su selección de perfiles en paradigmas estereotipados donde sufren fallos genéticos asociados a la endogamia y a la clonación, siguiendo entonces una política que estandariza a la organización haciéndola plana y de pensamiento único, donde los “virus” extienden rápidamente al no encontrar “antivirus” que hagan reaccionar al sistema.

Las organizaciones debemos aprender a tratar a cada uno de los roles de equipos, identificarlos y combinarlos bien nos puede ayudar a comprender y resolver conflictos internos dando a cada rol su espacio y reconocimiento, salvaguardando a la vez la consecución del objetivo y resultado colectivo. La solución pasa entonces por diseñar equipos híbridos como base para lograr organizaciones eficientes, de alto rendimiento y con gran capacidad innovadora.

 


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