“No es cierto que hayamos entrado en la era del conocimiento. Hemos entrado en la era del aprendizaje. Si no aprendemos continuamente, quedaremos absolutamente marginados”. Esta es la contundente opinión que el filósofo, ensayista, pedagogo, investigador, José Antonio Marina, ha expuesto en la conferencia que ha impartido en la Universidad de Nebrija con el título “El aprendizaje de la creatividad”.
Estimular este aprendizaje continuo -el cerebro es una maravillosa, y a la vez perezosa, máquina de aprendizaje- es el gran reto de nuestro sistema educativo y, añadiríamos también que, por extensión, de todos los entornos de formación. Los últimos descubrimientos neurológicos están contribuyendo a afrontarlo desde una arquitectura de la inteligencia en dos niveles: generador y ejecutivo:
– La inteligencia generadora capta y guarda la información, y una parte de ella pasa a estado consciente.
– Sobre esta información consciente actúa la inteligencia ejecutiva, que selecciona, bloquea o ejecuta las propuestas de la inteligencia generadora.
La creatividad es un proceso estructurado y dirigido desde la memoria. Es un hábito que se puede aprender.
De la buena educación de ambos niveles y de su interacción emerge el talento y Marina lo explica así: “La gran tarea de la educación es conseguir educar el inconsciente, esto es, la inteligencia generadora”, que es donde reside la creatividad. Según explica, en la medida en que la creatividad es una capacidad se puede aprender con un entrenamiento constante que nos permita adquirir hábitos creativos.
El experto niega la relación entre creatividad y espontaneidad porque “la creatividad es un proceso estructurado y dirigido desde la memoria”, afirma. “Es el modo de resolver problemas importantes que no tienen receta establecida. No es un don de los dioses”.