¿Cómo pueden afrontar los directivos el miedo a hablar en público?

Redacción19 abril 20175min
Inseguridad, miedo a ser juzgados y excesiva presión son algunas de las causas que provocan miedo a hablar en público. La glosofobia afecta hasta a un 75% de la población, según un informe de Adecco publicado en 2015. Pese a que el sistema educativo no potencia esta habilidad, hay técnicas que permiten perder ese miedo.
«Comunicamos desde el primer minuto de nuestra vida y es lo más importante, lo que nos une a los demás. Y resulta que lo tenemos que aprender por nuestra cuenta, en plan amateur. Es un contrasentido», lamenta Lluís Pastor, autor de El jefe habla (Editorial UOC) y profesor de los estudios de comunicación de la UOCEl libro, que afronta la glosofobia sobretodo en directivos, se centra en las tres técnicas más importantes para vencerla: la claridad, la atracción y la persuasión.
¿Cómo ser claro?
Hay cinco aspectos clave que hay que tener en cuenta a la hora de hacer llegar un mensaje de forma clara. El primero es que el centro de la comunicación es el receptor, nunca quien habla. «Hay que tener en cuenta, por tanto, cómo es ese público, el mensaje que se le traslada o las caras que pone cuando hablas», puntualiza Pastor.
El mensaje también debe tener una idea clave que hay que repetir como mínimo tres veces. Según el autor, tiene que salir en los primeros minutos, desarrollarse durante el discurso y repasarse al final. Por último, hay que conseguir que las frases más cortas sean las clave y escoger muy bien las palabras.
Atraídos por la emoción
En la técnica de la atracción, Pastor propone once puntos para mejorarla. Focalizar con rapidez el mensaje central y atrapar la atención emocionalmente son los dos primeros. «Explicar un buena historia al comienzo que tenga relación directa con el mensaje o captar la atención con una serie de preguntas son dos fórmulas con las que consigues esa implicación emocional», ejemplifica.
El tercero y el cuarto son ordenar bien las ideas del mensaje y, sobre todo, vencer lo que se conoce como la soledad del comunicador.
Los otros siete aspectos pasan por la escenificación: comunicar con el cuerpo, guiar el discurso con los brazos, escoger un buen espacio, evitar leer, vigilar el tono de voz, controlar el tiempo –avisar desde un inicio cuánto durará y cumplirlo‒ y, finalmente, ritualizar la comunicación.
Los seis motores para argumentar
En la persuasión ‒la última de las técnicas‒ se recogen hasta trece propuestas para sacarle el máximo rendimiento. Cambiar la opinión de los demás, creer que tener razón no es suficiente y buscar argumentos para convencer son tres de las más importantes. «Para que la última tenga éxito es clave buscar un punto de partida que comparta todo el equipo y después dar argumentos», puntualiza. Hay «seis motores» que se pueden utilizar para que este argumento funcione: basarse en relatos concretos, en hechos conocidos, en causas probables, hacer referencia a personas que se admiren, que el relato se pueda compartir y que responda a un prototipo porque es más fácil que todo el mundo lo visualice.
«La acumulación de nuestras comunicaciones es lo que proporciona el peso social de cada uno de nosotros en su entorno. Por eso vale la pena mejorar el tipo de comunicación que cualquiera de nosotros proyecta a quienes les escuchan», concluye Pastor.

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