Estamos en un momento de encrucijada, en el que sabemos que las organizaciones ya no pueden regirse por modelos piramidales jerarquizados, con cadenas de decisión rígidas. Sabemos también que los modelos de gestión de la información y el conocimiento no pueden ser unidireccionales y estáticos, que los sistemas de aprendizaje deben centrarse tanto en el «desaprender» como en el «aprender» y que todos los modelos de relación asimétrica (jefe/subordinado, maestro/alumno, senior/junior…) están en pleno proceso de revisión y transformación.
Algo tiene que ver Internet y la sociedad del conocimiento en todo esto. El modelo de la red Internet es CAÓRDICO: tiene unos protocolos muy estrictos que permiten su funcionamiento. Nadie puede acceder a Internet si no cumple con ello. Pero, y no es una contradicción, esto libera una gran creatividad, inteligencia y complejidad entre los usuarios y el sistema se auto-organiza y regula. No es un sistema democrático. Nadie lo controla, ni puede controlarlo. La «norma» compartida es que o aceptamos las reglas, o no usamos la red.
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