Carmen Vicente: Innovar es como decir «te quiero»

Maite Sáenz23 febrero 20157min

 

No sé si a vosotros os ha pasado esto o quizás esta historia os refresque alguna experiencia vivida con anterioridad…

Cuando en la adolescencia comienzas a disfrutar del primer amor y los deseos, las veces en que expresas un “Te quiero” parecen siempre exiguas. Si no lo dices a cada instante, parece que no muestras suficiente interés. Sin embargo, a partir de determinado momento, parece que la frasecita se ha desgastado tanto como unos vaqueros lavados a la piedra, cuya tela empieza casi hasta a desaparecer, ha perdido significado :.(

Pues algo parecido pasa con las palabras innovar e innovación, cuando hablamos de empresas, y creativa o creatividad, cuando hablamos de personas. Hace no tanto, durante las entrevistas de selección todos los candidatos se definían como muy trabajadores y ahora resulta que, uno si y otro también, además son creativos. Y si hablamos de las empresas, si la innovación no forma parte del nombre, casi seguro estará dentro de su eslogan o de su propuesta de valor. Todo ello llevado al dia a dia se traduce en reuniones de objetivos, planes y actividades donde el mensaje es “Este año, queremos diseñar un plan innovador. Algo diferente a lo que hacen nuestros competidores, y que sea atrevido….”

Despues de momentos de estrujarte el cerebro desesperadamente, hablar con tu red de contactos, con los de en frente, mirar hacia los laterales y unas cuantas horas de sudar la camiseta, te presentas orgulloso con esa idea “que nadie antes tuvo”. En ese momento, recibes felicitaciones y halagos, pero parece que el mensaje final es que quizás de innovación no había de tanta en tu propuesta.

Frustrado, te retiras de nuevo a tu espacio de maquinación y después de unas cuantas volteretas laterales a tu cerebro, otra idea viene a tu mente!! Y empiezas a sentirte seguro del momento de tu éxito, cuando te dicen “Pero parece mentira, si esto es mucho más fácil de lo que te has propuesto, que esta muy bien por cierto, pero no es la idea …”. Tu temperatura y temperamento suben en ese momento a velocidad termómetro (cuando tienes fiebre), y la historia finaliza con una pequeña mejora de lo que hubo anteriormente, y en ese momento te desmontas superado por la desesperación…

¿Tiene esta historia algún parecido con tu realidad o la de alguien conocido? En fin, eso lo decides tu mirándote al espejo…..

Si buscáramos ideas que cambiasen al mundo, como única definición de innovación, posiblemente encontrásemos muchas más de las que verdaderamente han llegado a tener un impacto positivo, es decir, han conseguido ser aceptadas incondicionalmente. Quizás porque muchas de ellas se percibieron como cambio, es decir, innovaciones que te empujan a avanzar, y que, por lo tanto, nos hacen percibir una presión y resistencia al cambio, en lugar de visualizar lo que hacen por nosotros. Quizás porque muchas personas acotamos la innovación a la utilización de la tecnología.

Todo ello ha tenido un impacto tal, que incluso en publicaciones, se encuentran afirmaciones y creencias tales como “Las personas creativas deberían ser detenidas”.

Anticipar cómo va a ser percibida nuestra propuesta, para influir en que se viva como una innovación en lugar de como un cambio es la clave, fácil de recomendar, pero no tan fácil de llevar a la práctica. Son las propias limitaciones del individuo, de los grupos sociales a pequeña y gran escala (organizaciones), del mercado dónde se sitúa, sobre cómo se percibe socialmente y en relación a la moral o la cultura, incluso la tecnología, las barreras que ha de superar una idea que funciona creada por una persona o grupo de personas que confían en sus propias capacidades para innovar.

Imaginemos que introducimos en un equipo de innovación con un nivel medio de aceptación de riesgo una persona con una competencia innovadora desarrollada a su máxima excelencia ¿pensáis que el grupo la integraría o la expulsaría? Algo parecido con comer esa comida que comíamos de pequeños y nos apetece tanto tras el cristal de la bollería….. Y de repente el sabor y la digestión…. Crecemos, maduramos y aprendemos a emitir juicios rápidos que nos permiten desempeñarnos en el dia a dia… Y esto tiene que algo que ver con limitar de alguna manera nuestras percepciones. y la expresión “poner vallas al campo” sería una buena ilustración idiomática.

Si quisieras poner en práctica decir “Te quiero” con todo su significado a personas diferentes a ti con ideas diferentes a ti, antes de limitar la utilidad o la visión a cerca de estas ideas querrías empezar por preguntarte:
– ¿Entiendo la idea?
– ¿Cómo podría ayudarme a mi esta idea y/o a otros?
– ¿Cómo me hace sentir a mi y a los demás?
– ¿Tiene algo que ver con cómo hacemos las cosas habitualmente o es radicalmente distinto?
– ¿Cómo podría contribuir a mejorar mi productividad y/o la de otros? ¿Conseguiré mis objetivos y/o los del equipo también de esta manera?

Os invito a haceros alguna de estas preguntas y muchas más que seguro que se os ocurrirán y podéis compartir a través de este post enviándolo a vuestros contactos. Enriquecernos de las experiencias de otros sin duda ampliará nuestra capacidad de enamorarnos de ideas diferentes, siempre y cuando nos comprometamos a ponerlas en práctica.

Lee este post en el blog de Carmen Vicente


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