El juego de Ender y la gestión

Nacho Torres19 enero 20156min

Aunque hace tiempo que no está en los cines, recientemente vi una película con gran moraleja: “El juego de Ender”. No ha ganado ningún Oscar, ni es la mejor actuación de Harrison Ford, pero sí es cierto que es un film que hace reflexionar sobre cuestiones muy importantes relacionadas con la gestión, la creatividad y la aversión al riesgo.

La sinopsis de la película, ambientada en el futuro, es simple: reclutar adolescentes, prácticamente infantes, para ganar una guerra contra unos extraterrestres. Estos adolescentes son seleccionados con dureza y formados con aún más dureza para enseñarles a combatir en los principios de guerra del futuro y, lo más importante, para dirigir las tropas y ser líderes, aun siendo menores de edad, que se enfrentarán a los extraterrestres.

La idea básica es sencilla y es que los jóvenes afrontan las situaciones de riesgo y de estrés de una manera diferente a las personas con experiencia, porque no han aprendido ciertos vicios o no son conscientes de ciertos riesgos, o incluso siéndolo, son capaces de “saltar a la piscina” y hacer cosas que un adulto se pensaría varias veces o no haría. Harrison Ford busca en esta película a personas estratégicamente vírgenes para hacer cosas que un adulto no se atrevería por los componentes emocionales y las consecuencias mentales de la toma de decisiones. A estos adolescentes se les forma en todo lo necesario para poder ser buenos comandantes, pero dejando su creatividad libre para que tomen decisiones divergentes aprovechando su juventud.

No les voy a desvelar el final de la película, pero sepan que el sistema les funciona y a los extraterrestres no se les ocurrirá invadir la tierra. Otra cuestión diferente son los efectos emocionales en los “jóvenes comandantes” después de la guerra…

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Las lecciones son tres: una de gestión de los recursos humanos, otra de motivación y la tercera de asunción de responsabilidades.

Respecto a la gestión de los recursos humanos, está claro que nuevas ideas, nueva creatividad, personas sin componentes emocionales heredados, sin histórico, crean entornos y toman decisiones estratégicas más puras (siempre que hayan sido formadas técnicamente), pero pierden el efecto de la experiencia y es difícil que trasladen al presente los históricos que no han vivido ellos mismos para que sus decisiones sean mejores. En la película la explicación para subsanar esto es la simulación, muy utilizada en empresa pero que al saberse que es simulación tiene ventajas: menos miedos, sin pérdida, e inconvenientes, porque no se sufre la tensión de saber esas pérdidas y no se agudiza tanto el ingenio. Los jóvenes de “El juego de Ender” pasan mucho tiempo jugando a videojuegos y a otro tipo de pruebas para aprender, pero siempre en condiciones de laboratorio. Cuando vean la película entenderán la última ventaja de creer que se vive en un entorno simulado, y hasta aquí puedo leer…

En cuanto a la motivación, la conclusión que extraemos es que poder competir entre compañeros, con buenos gestores, estimula la motivación y una competencia sana que hace crecer a la empresa. También vemos cómo alguien joven debe de estar más motivado y de ser capaz de crecer más deprisa (también porque viene de un estado inferior de desarrollo). La pureza de espíritu del joven, a pesar de ofrecer inconvenientes, hace que la persona sea capaz de automotivarse y de creer más en lo que está haciendo, de dejarse guiar para cumplir el objetivo.

Por último, es destacable la aportación que podemos extraer de la asunción de responsabilidades en “El juego de Ender”. Sin llegar al final, les adelanto que una cuestión fundamental en el argumento de la película es el uso del talento innato (catalizado por los formadores) en condiciones en las que las personas creen que están en entornos de simulación, que hace que asuman más riesgos y que, por tanto, sean capaces de asumir la responsabilidad de la toma de decisiones sin miedo al error.

Fíjense cómo si unimos motivación, capacidad para asumir responsabilidades y una correcta gestión de los recursos humanos veremos el éxito al final de la película. El talento en potencia se convierte en talento en acto si lo sabemos gestionar y, además, el talento puro, sin experiencia, puede ser mucho más válido que el talento experimentado pero con implicaciones emocionales. Si aún no han visto la película les puedo decir que les espera un gran final.

 

Javier Fuentes Merino, CEO de Grupo Venta Proactiva.


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